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La Palabra de Dios preservada y viva

1 SAMUEL 17 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim.

2 También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos.

3 Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos.

4 Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo.

5 Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce.

6 Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros.

7 El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él.

8 Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.

9 Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.

10 Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.

11 Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.

12 Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres.

13 Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl a la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra eran: Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama;

14 y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl.

15 Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén.

16 Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.

17 Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos.

18 Y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos.

19 Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.

20 Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate.

21 Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército.

22 Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien.

23 Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David.

24 Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor.

25 Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel.

26 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?

27 Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere.

28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.

29 David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar?

30 Y apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el pueblo la misma respuesta de antes.

31 Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir.

32 Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo.

33 Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.

34 David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,

35 salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.

36 Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejéricto del Dios viviente.

37 Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.

38 Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza.

39 Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas.

40 Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.

41 Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él.

42 Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer.

43 Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses.

44 Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.

45 Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.

46 Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.

47 Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.

48 Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la linea de batalla contra el filisteo.

49 Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.

50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano.

51 Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron.

52 Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón.

53 Y volvieron los hijos de Israel de seguir tras los filisteos, y saquearon su campamento.

54 Y David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, pero las armas de él las puso en su tienda.

55 Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese joven? Y Abner respondió:

56 Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese joven.

57 Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano.

58 Y le dijo Saúl: Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.

  X


1 Y los filisteos se pusieron a juntar sus campamentos para la guerra. Cuando se hubieron juntado en Socoh, que pertenece a Judá, entonces se pusieron a acampar entre Socoh y Azeqá, en Efes-damim.

2 En cuanto a Saúl y los hombres de Israel, ellos se juntaron y se pusieron a acampar en la llanura baja de Elah, y fueron poniéndose en orden de batalla para su encuentro con los filisteos.

3 Y los filisteos estaban de pie sobre la montaña de este lado, y los israelitas estaban de pie sobre la montaña de aquel lado, con el valle entre ellos.

4 Y empezó a salir de los campamentos de los filisteos un campeón, por nombre Goliat, de Gat, de una altura de seis codos y un palmo.

5 Y había sobre su cabeza un yelmo de cobre, y llevaba puesta una cota de malla, de escamas superpuestas, y el peso de la cota de malla era de cinco mil siclos de cobre.

6 Y había grebas de cobre más arriba de sus pies y una jabalina de cobre entre sus hombros.

7 Y el asta de madera de su lanza era como el enjulio de los obreros del telar, y la hoja de su lanza era de seiscientos siclos de hierro; y el que llevaba el escudo grande venía marchando delante de él.

8 Entonces se detuvo y se puso a gritar a las líneas de batalla de Israel y a decirles: “¿Para qué salen a ponerse en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo y ustedes siervos que pertenecen a Saúl? Escójanse un hombre, y que baje él a mí.

9 Si él puede pelear conmigo y de veras me derriba, entonces tendremos que hacernos siervos de ustedes. Pero si yo mismo puedo más que él y de veras lo derribo, entonces ustedes tienen que hacerse siervos nuestros, y tendrán que servirnos”.

10 Y el filisteo siguió diciendo: “Yo mismo de veras desafío a las líneas de batalla de Israel este día. ¡Denme un hombre y peleémonos!”.

11 Cuando Saúl y todo Israel oyeron estas palabras del filisteo, entonces se aterrorizaron y tuvieron muchísimo miedo.

12 Ahora bien, David era hijo de aquel efrateo de Belén de Judá cuyo nombre era Jesé. Y este tenía ocho hijos. Y en los días de Saúl el hombre era ya viejo entre los hombres.

13 Y los tres hijos mayores de Jesé procedieron a irse. Fueron tras Saúl a la guerra, y los nombres de sus tres hijos que fueron a la guerra eran Eliab el primogénito, y su segundo hijo Abinadab y el tercero Samah.

14 Y David era el más joven, y los tres mayores mismos se fueron tras Saúl.

15 Y David iba y volvía de Saúl para cuidar las ovejas de su padre en Belén.

16 Y el filisteo siguió presentándose temprano por la mañana y al atardecer y tomando su posición por cuarenta días.

17 Entonces Jesé dijo a David su hijo: “Lleva, por favor, a tus hermanos este efá de grano tostado y estos diez panes, y cárgaselos pronto al campamento, a tus hermanos.

18 Y estas diez porciones de leche se las debes llevar al jefe del millar; también, debes mirar por tus propios hermanos respecto de su bienestar, y una prenda debes tomar de ellos”.

19 Entretanto, Saúl y ellos y todos los demás hombres de Israel estaban en la llanura baja de Elah, peleando contra los filisteos.

20 Por consiguiente, David se levantó muy de mañana y dejó las ovejas a cargo del guarda y, cargándose, se fue tal como le había mandado Jesé. Cuando llegó al cercado del campamento, las fuerzas militares estaban saliendo a la línea de batalla, y alzaron un grito para la batalla.

21 E Israel y los filisteos empezaron a disponerse en línea de batalla para hacer frente a la línea de batalla.

22 En seguida David dejó el bagaje de sobre sí al cuidado del guarda del bagaje y se fue corriendo a la línea de batalla. Cuando llegó, empezó a preguntar por el bienestar de sus hermanos.

23 Mientras estaba hablando con ellos, pues, he aquí que el campeón, cuyo nombre era Goliat, el filisteo de Gat, venía subiendo de las líneas de batalla de los filisteos, y empezó a hablar las mismas palabras que antes, y David pudo oír.

24 En cuanto a todos los hombres de Israel, al ver al hombre, pues, se fueron huyendo a causa de él, y tenían muchísimo miedo.

25 Y los hombres de Israel empezaron a decir: “¿Han visto a este hombre que está subiendo? Pues es para desafiar con escarnio a Israel para lo que está subiendo. Y tiene que suceder que, al hombre que lo derribe, el rey lo enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su propia hija, y a la casa de su padre la libertará en Israel”.

26 Y David empezó a decir a los hombres que estaban de pie cerca de él: “¿Qué se le hará al hombre que derribe a ese filisteo allá y realmente aparte el oprobio de sobre Israel? ¿Pues quién es este filisteo incircunciso para que tenga que desafiar con escarnio a las líneas de batalla del Dios vivo?”.

27 Entonces la gente le dijo las mismas palabras que antes, diciendo: “Así se le hará al hombre que lo derribe”.

28 Y Eliab su hermano mayor llegó a oír cuando él hablaba con los hombres, y la cólera de Eliab se enardeció contra David, de modo que dijo: “¿Para qué has bajado? ¿Y a cargo de quién dejaste aquellas pocas ovejas allá atrás en el desierto? Yo mismo conozco bien tu presuntuosidad y la maldad de tu corazón, porque has bajado con el propósito de ver la batalla”.

29 A esto David dijo: “¿Qué he hecho yo ahora? ¿No era solo una palabra?”.

30 Con eso se volvió de su lado hacia algún otro y se puso a decir la misma palabra que antes, y, a su vez, la gente le dio la misma respuesta que anteriormente.

31 Así que las palabras que David habló llegaron a ser oídas, y fueron refiriéndolas delante de Saúl. De modo que él lo mandó traer.

32 Y David procedió a decir a Saúl: “No se desplome en él el corazón de hombre alguno. Tu siervo mismo irá y realmente peleará con este filisteo”.

33 Pero Saúl dijo a David: “Tú no puedes ir contra este filisteo para pelear con él, porque solo eres un muchacho, y él es un hombre de guerra desde su mocedad”.

34 Y David pasó a decir a Saúl: “Tu siervo llegó a ser pastor de su padre entre el rebaño, y vino un león, y también un oso, y [cada uno] se llevó una oveja del hato.

35 Y yo salí tras él y lo derribé y de su boca hice el rescate. Cuando empezó a levantarse contra mí, lo agarré de la barba y lo derribé y le di muerte.

36 Tanto al león como al oso tu siervo los derribó; y este filisteo incircunciso tiene que llegar a ser como uno de ellos, porque ha desafiado con escarnio a las líneas de batalla del Dios vivo”.

37 Entonces añadió David: “Jehová, que me libró de la garra del león y de la garra del oso, él es quien me librará de la mano de este filisteo”. Ante esto, Saúl dijo a David: “Ve, y que Jehová mismo resulte estar contigo”.

38 Saúl ahora se puso a vestir a David con las prendas de vestir suyas, y le puso un yelmo de cobre sobre la cabeza, después de lo cual lo vistió con una cota de malla.

39 Entonces David se ciñó la espada de aquel sobre sus prendas de vestir y trató de andar, [pero no pudo,] porque no las había ensayado sobre sí. Por fin David dijo a Saúl: “No puedo ir en estas cosas, porque no las he ensayado sobre mí”. De modo que David se las quitó de encima.

40 Y procedió a tomar su cayado en la mano y a escogerse las cinco piedras más lisas del valle torrencial y a ponerlas en su bolsa de pastor que le servía de receptáculo, y llevaba en la mano su honda. Y empezó a acercarse al filisteo.

41 Y el filisteo empezó a venir, acercándose cada vez más a David, y el hombre que llevaba el escudo grande estaba delante de él.

42 Ahora bien, cuando el filisteo miró y vio a David, empezó a despreciarlo, porque resultaba que era un muchacho, y rubicundo, de hermosa apariencia.

43 De modo que el filisteo dijo a David: “¿Soy yo un perro, para que vengas a mí con cayados?”. Con eso, el filisteo invocó el mal contra David por sus dioses.

44 Y el filisteo dijo además a David: “Nada más ven a mí, y ciertamente daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo”.

45 A su vez, David dijo al filisteo: “Tú vienes a mí con una espada y con una lanza y con una jabalina, pero yo voy a ti con el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de las líneas de batalla de Israel, a quien tú has desafiado con escarnio.

46 Este día Jehová te entregará en mi mano, y yo ciertamente te derribaré y te quitaré la cabeza; y ciertamente daré los cadáveres del campamento de los filisteos este día a las aves de los cielos y a las bestias salvajes de la tierra; y personas de toda la tierra sabrán que existe un Dios que pertenece a Israel.

47 Y toda esta congregación sabrá que ni con espada ni con lanza salva Jehová, porque a Jehová pertenece la batalla, y él tiene que darlos a ustedes en nuestra mano”.

48 Y sucedió que el filisteo se levantó y siguió viniendo y acercándose al encuentro de David, y David empezó a apresurarse y a correr hacia la línea de batalla, al encuentro del filisteo.

49 Entonces David metió la mano en su bolsa y tomó de allí una piedra y la tiró con la honda, de modo que le dio al filisteo en la frente, y la piedra se le hundió en la frente, y él fue cayendo sobre su rostro a tierra.

50 Así que David, con una honda y una piedra, resultó más fuerte que el filisteo, y derribó al filisteo y le dio muerte; y no había espada en la mano de David.

51 Y David continuó corriendo y logró plantarse sobre el filisteo. Entonces le tomó la espada y la sacó de su vaina y definitivamente le dio muerte cuando con ella le cortó la cabeza. Y los filisteos llegaron a ver que había muerto su poderoso, y echaron a huir.

52 Ante esto, los hombres de Israel y de Judá se levantaron y prorrumpieron en gritos y fueron persiguiendo a los filisteos hasta [el] valle y hasta las puertas de Eqrón, y los mortalmente heridos de los filisteos siguieron cayendo por el camino desde Saaraim, tanto hasta Gat como hasta Eqrón.

53 Después los hijos de Israel volvieron de perseguir acaloradamente a los filisteos, y se pusieron a saquear sus campamentos.

54 Entonces David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, y puso las armas de él en su tienda.

55 Ahora bien, al momento que Saúl vio a David salir al encuentro del filisteo, dijo a Abner el jefe del ejército: “¿De quién es hijo el muchacho, Abner?”. A lo que dijo Abner: “¡Por la vida de tu alma, oh rey, no lo sé en absoluto!”.

56 Así que dijo el rey: “Pregunta de quién es hijo el mozo”.

57 Por consiguiente, luego que David volvió de derribar al filisteo, Abner procedió a tomarlo y a traerlo delante de Saúl, con la cabeza del filisteo en la mano.

58 Saúl ahora le dijo: “¿De quién eres hijo, muchacho?”, a lo que dijo David: “El hijo de tu siervo Jesé el betlemita”.