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1 SAMUEL 25 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y se levantó David y se fue al desierto de Parán.

2 Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel.

3 Y aquel varón se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb.

4 Y oyó David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas.

5 Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: Subid a Carmel e id a Nabal, y saludadle en mi nombre,

6 y decidle así: Sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes.

7 He sabido que tienes esquiladores. Ahora, tus pastores han estado con nosotros; no les tratamos mal, ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel.

8 Pregunta a tus criados, y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia en tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David.

9 Cuando llegaron los jóvenes enviados por David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron.

10 Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por David, y dijo: ¿Quién es David, y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores.

11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son?

12 Y los jóvenes que había enviado David se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas palabras.

13 Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Y se ciñó cada uno su espada y también David se ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.

14 Pero uno de los criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido.

15 Y aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo.

16 Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas.

17 Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle.

18 Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo en asnos.

19 Y dijo a sus criados: Id delante de mí, y yo os seguiré luego; y nada declaró a su marido Nabal.

20 Y montando un asno, descendió por una parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a ella, y ella les salió al encuentro.

21 Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien.

22 Así haga Dios a los enemigos de David y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que fuere suyo no he de dejar con vida ni un varón.

23 Y cuando Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra;

24 y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.

25 No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. El se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú enviaste.

26 Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y vive tu alma, que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor.

27 Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor, sea dado a los hombres que siguen a mi señor.

28 Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días.

29 Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será ligada en el haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda.

30 Y acontecerá que cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca por príncipe sobre Israel,

31 entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.

32 Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases.

33 Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano.

34 Porque vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida a Nabal ni un varón.

35 Y recibió David de su mano lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y te he tenido respeto.

36 Y Abigail volvió a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no le declaró cosa alguna hasta el día siguiente.

37 Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra.

38 Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y murió.

39 Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar con Abigail, para tomarla por su mujer.

40 Y los siervos de David vinieron a Abigail en Carmel, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte por su mujer.

41 Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.

42 Y levantándose luego Abigail con cinco doncellas que le servían, montó en un asno y siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer.

43 También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres.

44 Porque Saúl había dado a su hija Mical mujer de David a Palti hijo de Lais, que era de Galim.

  X


1 Con el tiempo murió Samuel; y todo Israel procedió a juntarse y a plañirlo y a enterrarlo en su casa, en Ramá. Entonces David se levantó y bajó al desierto de Parán.

2 Ahora bien, había un hombre en Maón, y su trabajo estaba en Carmelo. Y el hombre era [un personaje] muy grande, y tenía tres mil ovejas y mil cabras; y llegó a estar [ocupado] en esquilar sus ovejas en Carmelo.

3 Y el nombre del hombre era Nabal, y el nombre de su esposa era Abigail. Y la esposa era buena en cuanto a discreción y hermosa en cuanto a forma, pero el esposo era áspero y malo en sus prácticas; y era calebita.

4 Y David llegó a oír en el desierto que Nabal estaba esquilando sus ovejas.

5 De modo que David envió diez jóvenes, y David dijo a los jóvenes: “Suban a Carmelo, y tienen que llegar a donde Nabal y preguntar en mi nombre por su bienestar.

6 Y esto es lo que tienen que decir a mi hermano: ‘Que tú estés bien y que también tu casa esté bien y cuanto tienes esté bien.

7 Y ahora he oído que tienes esquiladores. Ahora bien, los pastores que te pertenecen se hallaban ellos mismos con nosotros. No los molestamos, y no resultó faltarles nada de lo suyo todos los días que se hallaron en Carmelo.

8 Pregunta a tus propios jóvenes, y te informarán, para que hallen mis jóvenes favor a tus ojos, porque fue en buen día que vinimos. Simplemente da, por favor, lo que halle tu mano a tus siervos y a tu hijo David’”.

9 En conformidad, llegaron los jóvenes de David y hablaron a Nabal conforme a todas estas palabras en el nombre de David, y entonces esperaron.

10 Ante esto, Nabal contestó a los siervos de David y dijo: “¿Quién es David, y quién es el hijo de Jesé? Hoy día los siervos que se escapan, cada cual de delante de su amo, han llegado a ser muchos.

11 ¿Y acaso tengo yo que tomar mi pan y mi agua y mi carne degollada que yo he descuartizado para mis esquiladores y dar esto a hombres de quienes ni siquiera sé de dónde son?”.

12 Ante esto, los jóvenes de David dieron la vuelta en su camino y regresaron y llegaron y se lo informaron conforme a todas estas palabras.

13 Al instante David dijo a sus hombres: “¡Cíñase cada uno su espada!”. De modo que se ciñeron cada cual su espada, y David también se ciñó su propia espada; y empezaron a subir tras David, como cuatrocientos hombres, mientras doscientos se quedaron junto al bagaje.

14 Entretanto, uno de los jóvenes informó a Abigail, la esposa de Nabal, diciendo: “¡Mira! David envió mensajeros desde el desierto a desear el bien a nuestro amo, pero él les gritó reprensiones.

15 Y los hombres fueron muy buenos con nosotros, y no nos molestaron, y no echamos de menos ni una sola cosa todos los días que anduvimos con ellos mientras nos hallábamos en el campo.

16 Un muro fue lo que resultaron ser en derredor nuestro, tanto de noche como de día, todos los días que nos hallamos con ellos, pastoreando el rebaño.

17 Y ahora sabe y ve lo que vas a hacer, porque se ha resuelto calamidad contra nuestro amo y contra toda su casa, puesto que es un sujeto que tan completamente no sirve para nada que no se le puede hablar”.

18 En seguida Abigail se apresuró y tomó doscientos panes y dos jarrones de vino y cinco ovejas aderezadas y cinco medidas de sea de grano tostado y cien tortas de pasas y doscientas tortas de higos comprimidos, y los puso sobre los asnos.

19 Entonces dijo a sus mozos: “Pasen delante de mí. ¡Miren! Yo voy tras ustedes”. Pero no informó nada a su esposo Nabal.

20 Y sucedió que mientras ella iba cabalgando en el asno y bajando secretamente por la montaña, pues, allí estaban David y sus hombres que venían bajando a su encuentro. De modo que ella se encontró con ellos.

21 En cuanto a David, él había dicho: “Fue del todo para sufrir una desilusión para lo que guardé todo lo que pertenece a este sujeto en el desierto, y no resultó faltarle ni una sola cosa de todo lo que le pertenece, y, no obstante, él me paga mal en cambio por bien.

22 Así haga Dios a los enemigos de David y así añada a ello si dejo permanecer hasta la mañana a uno solo de todos los suyos que orinan contra la pared”.

23 Cuando Abigail alcanzó a ver a David, en seguida se apresuró y se bajó del asno y cayó sobre su rostro delante de David y se inclinó a tierra.

24 Entonces cayó a sus pies y dijo: “Sobre mí misma, oh señor mío, esté el error; y, por favor, deja que tu esclava hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu esclava.

25 Por favor, no fije mi señor su corazón en este hombre Nabal, que no sirve para nada, porque, como es su nombre, así es él. Nabal es su nombre, y la insensatez está con él. En cuanto a mí, tu esclava, no vi a los jóvenes de mi señor que habías enviado.

26 Y ahora, señor mío, tan ciertamente como que Jehová vive y vive tu alma, Jehová te ha retenido de entrar en culpa de sangre y de hacer que tu propia mano venga en tu salvación. Y ahora, que tus enemigos y los que procuran el perjuicio de mi señor lleguen a ser como Nabal.

27 Y ahora tocante a este regalo de bendición que tu sierva ha traído a mi señor, hay que darlo a los jóvenes que van andando en los pasos de mi señor.

28 Perdona, por favor, la transgresión de tu esclava, porque Jehová sin falta le hará a mi señor una casa duradera, porque las guerras de Jehová son lo que mi señor está peleando; y en cuanto a maldad, no se hallará en ti durante todos tus días.

29 Cuando se levante un hombre para ir en seguimiento de ti y para buscar tu alma, el alma de mi señor ciertamente resultará estar envuelta en la bolsa de la vida con Jehová tu Dios; pero, en cuanto al alma de tus enemigos, la lanzará como de dentro del hueco de la honda.

30 Y tiene que suceder que, porque Jehová hará a mi señor el bien para contigo conforme a todo lo que ha hablado, él ciertamente te comisionará como caudillo sobre Israel.

31 Y no llegue a ser esto para ti causa de trastabillar ni un tropiezo al corazón de mi señor, tanto por el derramamiento de sangre sin causa como por hacer que [la mano misma de] mi señor venga en su salvación. Y Jehová ciertamente le hará bien a mi señor, y tienes que acordarte de tu esclava”.

32 Ante esto, David dijo a Abigail: “¡Bendito sea Jehová el Dios de Israel, que te ha enviado este día a mi encuentro!

33 Y bendita sea tu sensatez, y bendita seas tú que me has restringido este día de entrar en culpa de sangre y de hacer que mi propia mano venga en mi salvación.

34 Y, por otra parte, tan ciertamente como que vive Jehová el Dios de Israel, que me ha retenido de hacerte perjuicio, si no te hubieras apresurado para venir a mi encuentro, ciertamente no le habría quedado a Nabal hasta la luz de la mañana nadie que orina contra la pared”.

35 Con eso David aceptó de mano de ella lo que le había traído, y le dijo: “Sube en paz a tu casa. Ve que he escuchado tu voz para tener consideración a tu persona”.

36 Más tarde Abigail entró donde Nabal, y allí estaba él teniendo en su casa un banquete como el banquete del rey; y el corazón de Nabal se sentía bien dentro de él, y él estaba borracho a más no poder; y ella no le informó cosa alguna, ni pequeña ni grande, hasta la luz de la mañana.

37 Y por la mañana, cuando el vino había salido de Nabal, aconteció que su esposa se puso a referirle estas cosas. Y el corazón de él llegó a estar muerto dentro de él, y él mismo quedó como una piedra.

38 Después de eso pasaron unos diez días, y entonces Jehová hirió a Nabal, de modo que murió.

39 Y David llegó a oír que Nabal había muerto, y por lo tanto dijo: “¡Bendito sea Jehová, que ha conducido la causa judicial de mi oprobio [para librarme] de la mano de Nabal y ha retenido del mal a su siervo, y la maldad de Nabal Jehová se la ha vuelto sobre su propia cabeza!”. Y David procedió a enviar y a proponer a Abigail tomarla por esposa suya.

40 De modo que los siervos de David llegaron a Abigail en Carmelo y le hablaron, diciendo: “David mismo nos ha enviado a ti para tomarte por esposa de él”.

41 En el acto ella se levantó y se inclinó rostro a tierra y dijo: “Aquí está tu esclava como sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor”.

42 Entonces Abigail se dio prisa y se levantó y se fue cabalgando en el asno, mientras cinco criadas suyas andaban detrás de ella; y fue acompañando a los mensajeros de David y entonces llegó a ser su esposa.

43 David también había tomado a Ahinoam de Jezreel; y las mujeres llegaron a ser, sí, las dos, esposas suyas.

44 En cuanto a Saúl, él había dado su hija Mical, la esposa de David, a Paltí hijo de Lais, que era de Galim.