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1 SAMUEL 28 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Aconteció en aquellos días, que los filisteos reunieron sus fuerzas para pelear contra Israel. Y dijo Aquis a David: Ten entendido que has de salir conmigo a campaña, tú y tus hombres.

2 Y David respondió a Aquis: Muy bien, tú sabrás lo que hará tu siervo. Y Aquis dijo a David: Por tanto, yo te constituiré guarda de mi persona durante toda mi vida.

3 Ya Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había arrojado de la tierra a los encantadores y adivinos.

4 Se juntaron, pues, los filisteos, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon en Gilboa.

5 Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera.

6 Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.

7 Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación.

8 Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere.

9 Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir?

10 Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto.

11 La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel.

12 Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo:

13 ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra.

14 El le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia.

15 Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer.

16 Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?

17 Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David.

18 Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy.

19 Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos.

20 Entonces Saúl cayó en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.

21 Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndolo turbado en gran manera, le dijo: He aquí que tu sierva ha obedecido a tu voz, y he arriesgado mi vida, y he oído las palabras que tú me has dicho.

22 Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que comas, a fin de que cobres fuerzas, y sigas tu camino.

23 Y él rehusó diciendo: No comeré. Pero porfiaron con él sus siervos juntamente con la mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.

24 Y aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura.

25 Y lo trajo delante de Saúl y de sus siervos; y después de haber comido, se levantaron, y se fueron aquella noche.

  X


1 Y por aquellos días aconteció que los filisteos empezaron a juntar sus campamentos para el ejército con el fin de hacer guerra contra Israel. De modo que Akís dijo a David: “Sin duda sabrás que es conmigo con quien debes salir al campamento, tú y tus hombres”.

2 Ante esto, David dijo a Akís: “Por eso tú mismo sabes lo que tu siervo ha de hacer”. Por consiguiente, Akís dijo a David: “Por eso te nombraré guarda de mi cabeza para siempre”.

3 Ahora bien, Samuel mismo había muerto, y todo Israel había procedido a plañirlo y a enterrarlo en Ramá, su propia ciudad. En cuanto a Saúl, él había quitado del país a los médium espiritistas y a los pronosticadores profesionales de acontecimientos.

4 Posteriormente, los filisteos se juntaron y vinieron y asentaron campamento en Sunem. De modo que Saúl juntó a todo Israel, y asentaron campamento en Guilboa.

5 Cuando Saúl llegó a ver el campamento de los filisteos, le dio miedo, y su corazón empezó a temblar muchísimo.

6 Aunque Saúl inquiría de Jehová, Jehová nunca le contestaba, ni por sueños ni por el Urim ni por los profetas.

7 Por fin Saúl dijo a sus siervos: “Búsquenme una mujer que sea perita en mediación espiritista, y ciertamente iré a ella y la consultaré”. Entonces le dijeron sus siervos: “¡Mira! En En-dor hay una mujer que es perita en mediación espiritista”.

8 Así que Saúl se disfrazó y se vistió con otras prendas de vestir y se fue, él y dos hombres con él; y llegaron a la mujer de noche. Ahora dijo él: “Usa adivinación para mí, por favor, por mediación espiritista, y haz subir para mí al que yo te diga”.

9 Sin embargo, la mujer le dijo: “Mira que tú mismo sabes bien lo que Saúl hizo, cómo cortó del país a los médium espiritistas y a los pronosticadores profesionales de acontecimientos. ¿Por qué, pues, estás obrando como un entrampador contra mi alma para hacer que se me dé muerte?”.

10 Inmediatamente Saúl le juró por Jehová, y dijo: “¡Tan ciertamente como que vive Jehová, culpa por error no te sobrevendrá en este asunto!”.

11 Ante esto, la mujer dijo: “¿A quién hago subir para ti?”. A esto él dijo: “Haz subir a Samuel para mí”.

12 Cuando la mujer vio a “Samuel” se puso a gritar a voz en cuello; y la mujer pasó a decir a Saúl: “¿Por qué me embaucaste, cuando tú mismo eres Saúl?”.

13 Pero el rey le dijo: “No tengas miedo, pero ¿qué viste?”. Y la mujer pasó a decir a Saúl: “A un dios vi que subía de la tierra”.

14 En seguida él le dijo: “¿Qué forma tiene?”, a lo que ella dijo: “Es un viejo que sube, y está cubierto con una vestidura sin mangas”. Ante eso, Saúl reconoció que era “Samuel”, y procedió a inclinarse rostro a tierra, y a postrarse.

15 Y “Samuel” empezó a decir a Saúl: “¿Por qué me has perturbado y has hecho que me hagan subir?”. A lo que dijo Saúl: “Estoy en grave aprieto, puesto que los filisteos están peleando contra mí, y Dios mismo se ha apartado de mí y no me ha contestado más, ni por medio de los profetas ni por sueños; de modo que te llamo para que me hagas saber lo que he de hacer”.

16 Y “Samuel” pasó a decir: “¿Por qué, pues, inquieres de mí, cuando Jehová mismo se ha apartado de ti y resulta ser tu adversario?

17 Y Jehová hará para sí tal como habló por medio de mí, y Jehová arrancará de tu mano el reino y lo dará a tu semejante, David.

18 Como no obedeciste la voz de Jehová, y no ejecutaste su ardiente cólera contra Amaleq, por eso esta es la cosa que Jehová ciertamente te hará en el día actual.

19 Y Jehová también dará a Israel juntamente contigo en la mano de los filisteos, y mañana tú y tus hijos estarán conmigo. Hasta el campamento de Israel dará Jehová en la mano de los filisteos”.

20 Ante esto, Saúl cayó prontamente a tierra, cuan largo era, y tuvo muchísimo miedo a causa de las palabras de “Samuel”. Además, sucedía que no había poder en él, porque no había comido alimento en todo el día ni en toda la noche.

21 La mujer ahora vino a Saúl y vio que había sido perturbado en gran manera. De modo que le dijo: “Mira que tu sierva ha obedecido tu voz, y procedí a poner mi alma en la palma de mi mano y a obedecer las palabras que me hablaste.

22 Y ahora, por favor, tú, a tu vez, obedece la voz de tu sierva; y permíteme poner delante de ti un pedazo de pan, y come, para que llegue a haber poder en ti, por cuanto seguirás tu camino”.

23 Pero él rehusó, y dijo: “No voy a comer”. Sin embargo, sus siervos y también la mujer siguieron instándolo. Por fin obedeció su voz y se levantó de la tierra y se sentó en el lecho.

24 Ahora bien, la mujer tenía en casa un becerro engordado. De modo que prontamente lo sacrificó y tomó harina y la amasó y coció de ella unas tortas no fermentadas.

25 Entonces se las sirvió a Saúl y sus siervos, y ellos comieron. Después de aquello se levantaron y se fueron durante aquella noche.