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ECLESIASTES 1 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.

3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?

4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.

5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.

6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.

7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.

8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.

9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.

10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.

11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.

13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.

14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.

15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.

16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.

17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.

18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

  X


1 Estas son las palabras del Maestro, hijo de David, rey en Jerusalén.

2 Lo más absurdo de lo absurdo, —dice el Maestro—,

3 ¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida?

4 Generación va, generación viene, mas la tierra siempre es la misma.

5 Sale el sol, se pone el sol, y afanoso vuelve a su punto de origen

6 Dirigiéndose al sur, o girando hacia el norte,

7 Todos los ríos van a dar al mar, pero el mar jamás se sacia.

8 Todas las cosas hastían más de lo que es posible expresar.

9 Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer;

10 Hay quien llega a decir: «¡Mira que esto sí es una novedad!»

11 Nadie se acuerda de los hombres primeros, como nadie se acordará de los últimos.

12 Yo, el Maestro, reiné en Jerusalén sobre Israel.

13 Y me dediqué de lleno a explorar e investigar con sabiduría todo cuanto se hace bajo el cielo. ¡Penosa tarea ha impuesto Dios al género humano para abrumarlo con ella!

14 Y he observado todo cuanto se hace en esta vida, y todo ello es absurdo, ¡es correr tras el viento!

15 Ni se puede enderezar lo torcido, ni se puede contar lo que falta.

16 Me puse a reflexionar: «Aquí me tienen, engrandecido y con más sabiduría que todos mis antecesores en Jerusalén, y habiendo experimentado abundante sabiduría y conocimiento.

17 Me he dedicado de lleno a la comprensión de la sabiduría, y hasta conozco la necedad y la insensatez. ¡Pero aun esto es querer alcanzar el viento!

18 Francamente, »mientras más sabiduría, más problemas;