< Anterior |
Siguiente > |
1 Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto.
2 Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió,
3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;
4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.
5 Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios;
6 y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella.
7 Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.
8 Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho a Faraón y a los egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado Jehová.
9 Y se alegró Jetro de todo el bien que Jehová había hecho a Israel, al haberlo librado de mano de los egipcios.
10 Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios.
11 Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos.
12 Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios.
13 Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.
14 Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?
15 Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios.
16 Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.
17 Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces.
18 Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.
19 Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios.
20 Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer.
21 Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.
22 Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.
23 Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.
24 Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo.
25 Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez.
26 Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño.
27 Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a su tierra.
1 Ahora bien, Jetró el sacerdote de Madián, suegro de Moisés, llegó a oír acerca de todo lo que Dios había hecho por Moisés y por Israel su pueblo, cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto.
2 De modo que Jetró, suegro de Moisés, tomó a Ziporá, esposa de Moisés, después de haber sido enviada,
3 y a los dos hijos de ella, el nombre de uno de los cuales era Guersom, “porque —dijo él— residente forastero he llegado a ser en tierra extranjera”;
4 y el nombre del otro era Eliezer, “porque —según dijo él— el Dios de mi padre es mi ayudante, puesto que me libró de la espada de Faraón”.
5 De modo que Jetró, suegro de Moisés, y los hijos y la esposa de este vinieron a Moisés en el desierto, donde él estaba acampado, a la montaña del Dios [verdadero].
6 Entonces [Jetró] mandó palabra a Moisés: “Yo, tu suegro, Jetró, he venido a ti, y también tu esposa y sus dos hijos con ella”.
7 En seguida salió Moisés al encuentro de su suegro, y procedió a postrarse y a besarlo; y cada uno empezó a preguntarle al otro cómo le iba. Tras eso, entraron en la tienda.
8 Y Moisés se puso a contar a su suegro todo lo que Jehová había hecho a Faraón y Egipto por causa de Israel, y toda la penalidad que les había sobrevenido en el camino, y todavía Jehová los estaba librando.
9 Entonces se sintió alegre Jetró debido a todo el bien que Jehová había hecho a Israel al haberlos librado de la mano de Egipto.
10 Por consiguiente, dijo Jetró: “Bendito sea Jehová, que los ha librado de la mano de Egipto y de la mano de Faraón, y que ha librado al pueblo de debajo de la mano de Egipto.
11 Ahora sí sé que Jehová es mayor que todos los [demás] dioses, en virtud de este asunto en que aquellos obraron presuntuosamente contra ellos”.
12 Entonces Jetró, suegro de Moisés, tomó una ofrenda quemada y sacrificios para Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel vinieron a comer pan con el suegro de Moisés, delante del Dios [verdadero].
13 Y al día siguiente aconteció que Moisés se sentó como de costumbre para servir de juez al pueblo, y el pueblo se quedó de pie delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.
14 Y el suegro de Moisés llegó a ver todo lo que él hacía por el pueblo. De modo que dijo: “¿Qué clase de negocio es este que haces por el pueblo? ¿Por qué te quedas sentado tú solo y toda la gente continúa tomando su puesto delante de ti desde la mañana hasta la tarde?”.
15 Entonces Moisés dijo a su suegro: “Porque el pueblo sigue viniendo a mí para inquirir de Dios.
16 En caso de que se les suscite una causa, esta tiene que venir a mí y yo tengo que juzgar entre una parte y la otra, y tengo que dar a conocer las decisiones del Dios [verdadero] y sus leyes”.
17 Ante esto, el suegro de Moisés le dijo: “La manera como lo estás haciendo no es buena.
18 De seguro te agotarás, tanto tú como este pueblo que está contigo, porque este negocio es una carga demasiado grande para ti. No puedes hacerlo tú solo.
19 Escucha ahora mi voz. Yo te aconsejaré, y Dios resultará estar contigo. Tú mismo sirve de representante al pueblo delante del Dios [verdadero], y tú mismo tienes que traer las causas al Dios [verdadero].
20 Y tienes que advertirles acerca de lo que son las disposiciones reglamentarias y las leyes, y tienes que darles a conocer el camino en que deben andar y el trabajo que deben hacer.
21 Pero tú mismo debes seleccionar de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres dignos de confianza, que odien la ganancia injusta; y tienes que establecer a estos sobre ellos como jefes sobre millares, jefes sobre centenas, jefes sobre cincuentenas y jefes sobre decenas.
22 Y ellos tienen que juzgar a la gente en toda ocasión apropiada; y tiene que suceder que toda causa grande te la traerán a ti, pero toda causa pequeña ellos mismos la manejarán como jueces. Así hazlo más ligero para ti, y ellos tienen que llevar la carga contigo.
23 Si haces esta misma cosa, y Dios te ha mandado, entonces ciertamente podrás soportarlo y, además, todo este pueblo vendrá a su propio lugar en paz”.
24 En seguida Moisés escuchó la voz de su suegro e hizo todo lo que este había dicho.
25 Y Moisés procedió a escoger a hombres capaces de entre todo Israel y a darles puestos como cabezas sobre el pueblo, como jefes de millares, jefes de centenas, jefes de cincuentenas y jefes de decenas.
26 Y ellos juzgaban a la gente en toda ocasión apropiada. La causa que fuera difícil se la traían a Moisés, pero toda causa pequeña ellos mismos la manejaban como jueces.
27 Después de aquello Moisés se despidió de su suegro, y este procedió a irse a su tierra.