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GENESIS 42 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando?

2 Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos.

3 Y descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto.

4 Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre.

5 Vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que venían; porque había hambre en la tierra de Canaán.

6 Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra.

7 Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos.

8 José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron.

9 Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido.

10 Ellos le respondieron: No, señor nuestro, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos.

11 Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías.

12 Pero José les dijo: No; para ver lo descubierto del país habéis venido.

13 Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece.

14 Y José les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando que sois espías.

15 En esto seréis probados: Vive Faraón, que no saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere aquí.

16 Enviad a uno de vosotros y traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, vive Faraón, que sois espías.

17 Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días.

18 Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios.

19 Si sois hombres honrados, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno de vuestros hermanos, y vosotros id y llevad el alimento para el hambre de vuestra casa.

20 Pero traeréis a vuestro hermano menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. Y ellos lo hicieron así.

21 Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.

22 Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre.

23 Pero ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos.

24 Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos.

25 Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino; y así se hizo con ellos.

26 Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí.

27 Pero abriendo uno de ellos su saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal.

28 Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?

29 Y venidos a Jacob su padre en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo:

30 Aquel varón, el señor de la tierra, nos habló ásperamente, y nos trató como a espías de la tierra.

31 Y nosotros le dijimos: Somos hombres honrados, nunca fuimos espías.

32 Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno no parece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.

33 Entonces aquel varón, el señor de la tierra, nos dijo: En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vuestras casas, y andad,

34 y traedme a vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois espías, sino hombres honrados; así os daré a vuestro hermano, y negociaréis en la tierra.

35 Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero; y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor.

36 Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas.

37 Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti.

38 Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol.

  X


1 Por fin Jacob llegó a ver que había cereales en Egipto. Entonces Jacob dijo a sus hijos: “¿Por qué siguen mirándose unos a otros?”.

2 Y añadió: “Miren que he oído que hay cereales en Egipto. Bajen allá y cómprennos de allí, para que nos mantengamos vivos y no muramos”.

3 Por consiguiente, bajaron diez hermanos de José a comprar grano de Egipto.

4 Pero Jacob no envió a Benjamín, el hermano de José, con sus otros hermanos, porque dijo: “De otro modo puede que le acaezca un accidente mortal”.

5 Así que vinieron los hijos de Israel con los otros que venían a comprar, porque existía el hambre en la tierra de Canaán.

6 Y José era el hombre que estaba en el poder sobre el país. Él era quien hacía la venta a toda la gente de la tierra. Por consiguiente, vinieron los hermanos de José y se inclinaron ante él, rostro a tierra.

7 Cuando José llegó a ver a sus hermanos, en seguida los reconoció, pero se hizo irreconocible para ellos. De modo que les habló con dureza y les dijo: “¿De dónde han venido?”, a lo cual dijeron: “De la tierra de Canaán para comprar víveres”.

8 Así reconoció José a sus hermanos, pero ellos mismos no lo reconocieron a él.

9 Inmediatamente se acordó José de los sueños que había soñado acerca de ellos, y pasó a decirles: “¡Son espías! ¡Han venido para ver la condición desvalida del país!”.

10 Entonces ellos le dijeron: “No, señor mío, sino que tus siervos han venido para comprar víveres.

11 Todos nosotros somos hijos de un mismo hombre. Somos hombres rectos. Tus siervos no actúan como espías”.

12 Pero él les dijo: “¡No es así! ¡Porque han venido para ver la condición desvalida del país!”.

13 A lo cual dijeron ellos: “Tus siervos somos doce hermanos. Somos hijos de un mismo hombre, en la tierra de Canaán; y mira que el más joven está con nuestro padre hoy, mientras que el otro ya no es”.

14 Sin embargo, José les dijo: “Es lo que les he hablado, diciendo: ‘¡Son espías!’.

15 Mediante esto serán probados. Tan ciertamente como que Faraón vive, no saldrán de aquí sino hasta que venga acá su hermano menor.

16 Envíen a uno de ustedes para que consiga a su hermano mientras ustedes quedan atados, para que sus palabras sean probadas como la verdad en el caso de ustedes. Y si no, entonces, tan ciertamente como que Faraón vive, son espías”.

17 Con eso, los puso juntos en custodia por tres días.

18 Después José les dijo al tercer día: “Hagan esto y manténganse vivos. Yo temo al Dios [verdadero].

19 Si son rectos, que uno de sus hermanos se quede atado en su casa de custodia, pero los demás de ustedes vayan, lleven cereales para el hambre de sus casas.

20 Entonces me traerán a su hermano menor, para que sus palabras sean halladas fidedignas; y no morirán”. Y ellos procedieron a hacer aquello.

21 Y empezaron a decirse uno a otro: “Indisputablemente somos culpables tocante a nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando suplicaba de nosotros que tuviéramos compasión, pero no escuchamos. Por eso nos ha sobrevenido esta angustia”.

22 Entonces les contestó Rubén, y dijo: “¿No les dije yo: ‘No pequen contra el niño’, pero no escucharon? Y ahora, miren, su sangre ciertamente está siendo reclamada”.

23 En cuanto a ellos, no sabían que José estaba escuchando, porque había un intérprete entre ellos.

24 Por consiguiente, él se apartó de ellos y empezó a llorar. Entonces volvió a ellos y les habló y tomó de ellos a Simeón y lo ató ante los ojos de ellos.

25 Después de eso José dio el mandato, y se pusieron a llenarles de grano sus receptáculos. Además, habían de devolver el dinero de los hombres al saco individual de cada uno y darles provisiones para el viaje. En efecto, así se hizo con ellos.

26 De modo que ellos cargaron sus cereales sobre sus asnos y procedieron a irse de allí.

27 Cuando uno abrió su saco para dar pienso a su asno en el lugar de alojamiento, llegó a ver su dinero, y aquí estaba en la boca de su costal.

28 Ante aquello, dijo a sus hermanos: “¡Me ha sido devuelto mi dinero, y ahora aquí está en mi costal!”. Entonces se les hundió el corazón, de modo que, temblando, se dirigieron unos a otros y dijeron: “¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?”.

29 Por fin llegaron a donde Jacob su padre, a la tierra de Canaán, y le refirieron todas las cosas que les habían acaecido, diciendo:

30 “El hombre que es el señor del país nos habló con dureza, puesto que nos tomó por hombres que espiaban el país.

31 Pero nosotros le dijimos: ‘Somos hombres rectos. No actuamos como espías.

32 Somos doce hermanos, los hijos de nuestro padre. Uno ya no es, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán’.

33 Pero el hombre que es el señor del país nos dijo: ‘Por medio de esto sabré que son rectos: Hagan que uno de sus hermanos se quede conmigo. Entonces tomen algo para el hambre [que hay] en sus casas y váyanse.

34 Y tráiganme a su hermano menor, para que sepa yo que no son espías, sino que son rectos. Les devolveré a su hermano, y pueden negociar en el país’”.

35 Y aconteció que, al vaciar sus sacos, he aquí que el atado de dinero de cada uno estaba en su saco. Y llegaron a ver, tanto ellos como su padre, sus atados de dinero, y les dio miedo.

36 Entonces Jacob su padre les exclamó: “¡Es a mí a quien han privado de hijos! ¡José ya no es y Simeón ya no es, y a Benjamín se lo van a llevar! ¡Es sobre mí sobre quien han venido todas estas cosas!”.

37 Pero Rubén dijo a su padre: “A los dos hijos míos les puedes dar muerte si no te lo traigo de vuelta. Entrégalo a mi cuidado, y yo seré el que te lo devuelva”.

38 Sin embargo, él dijo: “No bajará mi hijo con ustedes, porque su hermano está muerto y él ha quedado solo. Si le acaeciera un accidente mortal por el camino en que fueran, entonces ciertamente harían descender mis canas con desconsuelo al Seol”.