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HECHOS 23 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.

2 El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca.

3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear?

4 Los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias?

5 Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo.

6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga.

7 Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.

8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas.

9 Y hubo un gran vocerío; y levantándose los escribas de la parte de los fariseos, contendían, diciendo: Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no resistamos a Dios.

10 Y habiendo grande disensión, el tribuno, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen soldados y le arrebatasen de en medio de ellos, y le llevasen a la fortaleza.

11 A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.

12 Venido el día, algunos de los judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a Pablo.

13 Eran más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración,

14 los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nosotros nos hemos juramentado bajo maldición, a no gustar nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo.

15 Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid al tribuno que le traiga mañana ante vosotros, como que queréis indagar alguna cosa más cierta acerca de él; y nosotros estaremos listos para matarle antes que llegue.

16 Mas el hijo de la hermana de Pablo, oyendo hablar de la celada, fue y entró en la fortaleza, y dio aviso a Pablo.

17 Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este joven ante el tribuno, porque tiene cierto aviso que darle.

18 El entonces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo me llamó y me rogó que trajese ante ti a este joven, que tiene algo que hablarte.

19 El tribuno, tomándole de la mano y retirándose aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que tienes que decirme?

20 El le dijo: Los judíos han convenido en rogarte que mañana lleves a Pablo ante el concilio, como que van a inquirir alguna cosa más cierta acerca de él.

21 Pero tú no les creas; porque más de cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales se han juramentado bajo maldición, a no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte; y ahora están listos esperando tu promesa.

22 Entonces el tribuno despidió al joven, mandándole que a nadie dijese que le había dado aviso de esto.

23 Y llamando a dos centuriones, mandó que preparasen para la hora tercera de la noche doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fuesen hasta Cesarea;

24 y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevasen en salvo a Félix el gobernador.

25 Y escribió una carta en estos términos:

26 Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud.

27 A este hombre, aprehendido por los judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido que era ciudadano romano.

28 Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos;

29 y hallé que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía digno de muerte o de prisión.

30 Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan contra él. Pásalo bien.

31 Y los soldados, tomando a Pablo como se les ordenó, le llevaron de noche a Antípatris.

32 Y al día siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con él, volvieron a la fortaleza.

33 Cuando aquéllos llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él.

34 Y el gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia,

35 le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes.

  X


1 Mirando fijamente al Sanedrín, Pablo dijo: “Varones, hermanos, yo me he portado delante de Dios con conciencia perfectamente limpia hasta este día”.

2 Ante esto, el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban de pie cerca de él que le hirieran en la boca.

3 Entonces Pablo le dijo: “Dios te va a herir a ti, pared blanqueada. ¿A un mismo tiempo te sientas tú a juzgarme según la Ley y, violando la Ley, me mandas herir?”.

4 Los que estaban parados allí cerca dijeron: “¿Al sumo sacerdote de Dios injurias?”.

5 Y Pablo dijo: “Hermanos, no sabía que era sumo sacerdote. Porque está escrito: ‘No debes hablar perjudicialmente de un gobernante de tu pueblo’”.

6 Entonces, cuando Pablo notó que una parte era de saduceos, pero la otra de fariseos, procedió a clamar en el Sanedrín: “Varones, hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Respecto a la esperanza de la resurrección de los muertos se me está juzgando”.

7 Porque dijo esto, se suscitó una disensión entre los fariseos y los saduceos, y la multitud se dividió.

8 Porque los saduceos dicen que no hay ni resurrección, ni ángel, ni espíritu, pero los fariseos los declaran todos públicamente.

9 De modo que estalló una gran gritería, y se levantaron algunos de los escribas del partido de los fariseos y empezaron a contender ferozmente, diciendo: “No hallamos nada malo en este hombre; pero si un espíritu o un ángel le habló...”.

10 Entonces, cuando se hizo grande la disensión, al comandante militar le dio miedo de que Pablo fuera despedazado por ellos, y mandó que el cuerpo de soldados bajara y lo arrebatara de en medio de ellos y lo llevara al cuartel de los soldados.

11 Pero a la noche siguiente el Señor se puso de pie a su lado y dijo: “¡Ten ánimo! Porque como has estado dando testimonio cabal de las cosas acerca de mí en Jerusalén, así también tienes que dar testimonio en Roma”.

12 Ahora bien, cuando se hizo de día, los judíos formaron una conspiración y se comprometieron con maldición, diciendo que ni comerían ni beberían hasta que hubieran matado a Pablo.

13 Eran más de cuarenta hombres los que habían formado esta conspiración juramentada;

14 y fueron a los sacerdotes principales y a los ancianos y dijeron: “Nos hemos comprometido solemnemente con maldición a no tomar un bocado de comida hasta que hayamos matado a Pablo.

15 Ahora, por lo tanto, ustedes junto con el Sanedrín aclárenle al comandante militar por qué debe bajarlo a ustedes como si tuvieran la intención de indagar con más exactitud los asuntos referentes a él. Pero antes que él se acerque estaremos listos para eliminarlo”.

16 Sin embargo, el hijo de la hermana de Pablo oyó de la acechanza, y vino y entró en el cuartel de los soldados y se lo informó a Pablo.

17 De modo que Pablo llamó a sí a uno de los oficiales del ejército y dijo: “Conduce a este joven al comandante militar, porque tiene algo que informarle”.

18 Por lo tanto, este lo tomó y lo condujo al comandante militar y dijo: “El preso Pablo me llamó a sí y solicitó que condujera a este joven a ti, porque tiene algo que decirte”.

19 El comandante militar lo tomó de la mano, y se retiró y se puso a inquirir en privado: “¿Qué tienes que informarme?”.

20 Él dijo: “Los judíos han convenido en solicitarte que mañana hagas bajar a Pablo al Sanedrín como si fuera con la intención de averiguar algo más exacto acerca de él.

21 Sobre todo, no te dejes persuadir por ellos, porque lo acechan más de cuarenta varones de ellos, y se han comprometido con maldición a ni comer ni beber hasta que lo hayan eliminado; y ya están listos, esperando la promesa de tu parte”.

22 Por tanto el comandante militar dejó ir al joven después de ordenarle: “No vayas a divulgar a nadie que me has aclarado estas cosas”.

23 Y mandó llamar a ciertos dos de los oficiales del ejército y dijo: “Alisten doscientos soldados para marchar hasta Cesarea, también setenta jinetes y doscientos lanceros, a la hora tercera de la noche.

24 También, provean bestias de carga para que ellos hagan cabalgar a Pablo y lo lleven con seguridad a Félix el gobernador”.

25 Y escribió una carta que tenía esta forma:

26 “Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: ¡Saludos!

27 Este varón fue prendido por los judíos y estaba a punto de ser eliminado por ellos, pero vine yo de repente con un cuerpo de soldados y lo libré, porque me enteré de que era romano.

28 Y deseando averiguar la causa por la cual estaban acusándolo, lo hice bajar al Sanedrín de ellos.

29 Lo hallé acusado respecto de cuestiones de la Ley de ellos, pero sin tener cargo contra él de una sola cosa que mereciera muerte o cadenas.

30 Pero como me ha sido expuesto un complot que va a armarse contra el varón, te lo envío inmediatamente, y mando a los acusadores que hablen contra él delante de ti”.

31 Por tanto, estos soldados tomaron a Pablo según sus órdenes y lo llevaron de noche a Antípatris.

32 Al día siguiente permitieron que los jinetes siguieran con él, y ellos se volvieron al cuartel de los soldados.

33 Los [jinetes] entraron en Cesarea y entregaron la carta al gobernador y también le presentaron a Pablo.

34 De modo que él la leyó e inquirió de qué provincia era él, y averiguó que era de Cilicia.

35 “Te daré audiencia cabal —dijo— cuando lleguen también tus acusadores.” Y mandó que lo tuvieran bajo guardia en el palacio pretoriano de Herodes.