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HECHOS 4 Paralela rv60
y tnm

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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos,

2 resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos.

3 Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde.

4 Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.

5 Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas,

6 y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes;

7 y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?

8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:

9 Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado,

10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.

11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.

12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.

14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra.

15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí,

16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar.

17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre.

18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.

19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;

20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.

21 Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho,

22 ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años.

23 Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.

24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;

25 que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?

26 Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo.

27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,

28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera.

29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,

30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.

31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.

33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.

34 Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido,

35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.

36 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre,

37 como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.

  X


1 Ahora bien, mientras los [dos] hablaban al pueblo, se les presentaron los sacerdotes principales y el capitán del templo y los saduceos,

2 molestos porque ellos enseñaban al pueblo y declaraban patentemente la resurrección de entre los muertos en el caso de Jesús;

3 y les echaron mano y los pusieron en custodia hasta el día siguiente, porque ya entraba la noche.

4 Sin embargo, muchos de los que habían escuchado el discurso creyeron, y el número de los varones llegó a ser como de cinco mil.

5 Al día siguiente se efectuó en Jerusalén la reunión de sus gobernantes y de los ancianos y de los escribas

6 (también de Anás el sacerdote principal, y de Caifás, y de Juan, y de Alejandro, y de cuantos eran de la parentela del sacerdote principal),

7 y los pusieron de pie en medio de ellos y empezaron a inquirir: “¿Con qué poder o en nombre de quién hicieron esto?”.

8 Entonces Pedro, lleno de espíritu santo, les dijo: “Gobernantes del pueblo y ancianos,

9 si a nosotros se nos examina este día, sobre la base de una acción buena hecha a un hombre enfermizo, en cuanto a por quién ha recibido la salud este,

10 séales conocido a todos ustedes y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes fijaron en un madero, pero a quien Dios levantó de entre los muertos, por este se halla este hombre de pie aquí sano delante de ustedes.

11 Esta es ‘la piedra que fue tratada por ustedes los edificadores como de ningún valor, que ha llegado a ser cabeza del ángulo’.

12 Además, no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos”.

13 Ahora bien, al contemplar la franqueza de Pedro y de Juan, y al percibir que eran hombres iletrados y del vulgo, se admiraban. Y empezaron a reconocer, acerca de ellos, que solían estar con Jesús;

14 y mirando al hombre que había sido curado, de pie con ellos, no tenían nada que replicar.

15 De modo que les mandaron salir fuera del salón del Sanedrín, y se pusieron a consultar unos con otros,

16 diciendo: “¿Qué haremos con estos hombres? Porque, de hecho, una señal notable ha ocurrido mediante ellos, una que les es manifiesta a todos los habitantes de Jerusalén; y no podemos negarlo.

17 Sin embargo, a fin de que no se divulgue más entre el pueblo, digámosles con amenazas que ya no hablen sobre la base de este nombre a hombre alguno”.

18 Con eso, los llamaron y les ordenaron que en ningún lugar hicieran expresión alguna ni enseñaran sobre la base del nombre de Jesús.

19 Pero, en respuesta, Pedro y Juan les dijeron: “Si es justo a vista de Dios escucharles a ustedes más bien que a Dios, júzguenlo ustedes mismos.

20 Pero en cuanto a nosotros, no podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído”.

21 Así que, habiéndolos amenazado de nuevo, los pusieron en libertad, puesto que no hallaban en qué basarse para castigarlos, y a causa del pueblo, porque todos estaban glorificando a Dios por lo que había sucedido;

22 porque el hombre en quien se había efectuado esta señal de curación tenía más de cuarenta años.

23 Después de haber sido puestos en libertad, ellos fueron a su propia gente e informaron las cosas que los sacerdotes principales y los ancianos les habían dicho.

24 Al oír esto, ellos levantaron la voz de común acuerdo a Dios y dijeron: “Señor Soberano, tú eres Aquel que hizo el cielo y la tierra y el mar y todas las cosas [que hay] en ellos,

25 y que por espíritu santo dijiste por boca de nuestro antepasado David, tu siervo: ‘¿Por qué se pusieron tumultuosas las naciones, y los pueblos meditaron cosas vacías?

26 Los reyes de la tierra tomaron su posición y los gobernantes se reunieron en masa como uno solo contra Jehová y contra su ungido’.

27 De veras, pues, tanto Herodes como Poncio Pilato con [hombres de] naciones y con pueblos de Israel realmente fueron reunidos en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste,

28 a fin de hacer cuantas cosas tu mano y consejo habían predeterminado que sucedieran.

29 Y ahora, Jehová, da atención a sus amenazas, y concede a tus esclavos que sigan hablando tu palabra con todo denuedo,

30 mientras extiendes tú la mano para hacer curaciones y mientras ocurren señales y portentos presagiosos mediante el nombre de tu santo siervo Jesús”.

31 Y cuando hubieron hecho ruego, el lugar donde estaban reunidos fue sacudido; y todos sin excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con denuedo.

32 Además, la multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y alma, y ni siquiera uno de ellos decía que fuera suya propia cosa alguna de las que poseía; más bien, todas las cosas las tenían en común.

33 Además, con gran poder los apóstoles continuaron dando el testimonio acerca de la resurrección del Señor Jesús; y sobre todos ellos había bondad inmerecida en gran medida.

34 De hecho, no había ningún necesitado entre ellos; porque todos los que eran poseedores de campos o de casas los vendían, y traían los valores de las cosas vendidas

35 y los depositaban a los pies de los apóstoles. A su vez, se efectuaba distribución a cada uno, según tuviera necesidad.

36 Así fue como José, que había recibido de los apóstoles el sobrenombre de Bernabé, que traducido significa Hijo del Consuelo, levita, natural de Chipre,

37 puesto que poseía un terreno, lo vendió y trajo el dinero y lo depositó a los pies de los apóstoles.