< Anterior |
Siguiente > |
1 Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido; Mira, y ve nuestro oprobio.
2 Nuestra heredad ha pasado a extraños, Nuestras casas a forasteros.
3 Huérfanos somos sin padre; Nuestras madres son como viudas.
4 Nuestra agua bebemos por dinero; Compramos nuestra leña por precio.
5 Padecemos persecución sobre nosotros; Nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo.
6 Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan.
7 Nuestros padres pecaron, y han muerto; Y nosotros llevamos su castigo.
8 Siervos se enseñorearon de nosotros; No hubo quien nos librase de su mano.
9 Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan Ante la espada del desierto.
10 Nuestra piel se ennegreció como un horno A causa del ardor del hambre.
11 Violaron a las mujeres en Sion, A las vírgenes en las ciudades de Judá.
12 A los príncipes colgaron de las manos; No respetaron el rostro de los viejos.
13 Llevaron a los jóvenes a moler, Y los muchachos desfallecieron bajo el peso de la leña.
14 Los ancianos no se ven más en la puerta, Los jóvenes dejaron sus canciones.
15 Cesó el gozo de nuestro corazón; Nuestra danza se cambió en luto.
16 Cayó la corona de nuestra cabeza; ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.
17 Por esto fue entristecido nuestro corazón, Por esto se entenebrecieron nuestros ojos,
18 Por el monte de Sion que está asolado; Zorras andan por él.
19 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre; Tu trono de generación en generación.
20 ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros, Y nos abandonas tan largo tiempo?
21 Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; Renueva nuestros días como al principio.
22 Porque nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera.
1 Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido. De veras mira y ve nuestro oprobio.
2 Nuestra propia posesión hereditaria ha sido transferida a extraños, nuestras casas a extranjeros.
3 Hemos llegado a ser meros huérfanos sin padre. Nuestras madres son como viudas.
4 Por dinero hemos tenido que beber nuestra propia agua. Por un precio entra nuestra propia leña.
5 Cerca del cuello se nos ha perseguido. Nos hemos fatigado. No ha quedado descanso para nosotros.
6 A Egipto hemos dado la mano; a Asiria, a fin de conseguir satisfacción con pan.
7 Nuestros antepasados son los que han pecado. Ya no son. En cuanto a nosotros, los errores de ellos nosotros hemos tenido que cargar.
8 Simples siervos han gobernado sobre nosotros. No hay quien nos arrebate de su mano.
9 Con riesgo de nuestra alma introducimos nuestro pan, a causa de la espada del desierto.
10 Nuestra mismísima piel se ha puesto caliente como un horno de fundición, a causa de los dolores de hambre.
11 A las esposas, en Sión las han humillado; a las vírgenes, en las ciudades de Judá.
12 Príncipes mismos han sido colgados de solamente la mano. Ni siquiera los rostros de los viejos han sido honrados.
13 Hasta los jóvenes han levantado un mismo molino de mano, y bajo la leña simples muchachos han tropezado.
14 Los viejos mismos han cesado hasta de la puerta; los jóvenes, de su música instrumental.
15 Ha cesado el alborozo de nuestro corazón. Nuestra danza ha sido cambiada en simple duelo.
16 La corona de nuestra cabeza ha caído. ¡Ay de nosotros, ahora, porque hemos pecado!
17 A causa de esto nuestro corazón ha enfermado. A causa de estas cosas se nos han oscurecido los ojos,
18 a causa de la montaña de Sión que está desolada; zorros mismos se han paseado en ella.
19 En cuanto a ti, oh Jehová, hasta tiempo indefinido te sentarás. Tu trono es para generación tras generación.
20 ¿Por qué te olvidas para siempre de nosotros, nos dejas por la longitud de días?
21 Tráenos de vuelta, oh Jehová, a ti mismo, y prontamente volveremos. Trae días nuevos para nosotros como en la antigüedad.
22 Sin embargo, tú verdaderamente nos has rechazado. Te has indignado con nosotros en sumo grado.