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La Palabra de Dios preservada y viva

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LUCAS 4 Paralela rv60
y tnm

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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto

2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.

3 Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí a esta piedra que se convierta en pan.

4 Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.

5 Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra.

6 Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.

7 Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos.

8 Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.

9 Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo;

10 porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden;

11 y, En las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra.

12 Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.

13 Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo.

14 Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.

15 Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.

16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.

17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

18 Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos;

19 A predicar el año agradable del Señor.

20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.

22 Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?

23 El les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra.

24 Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra.

25 Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra;

26 pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.

27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.

28 Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira;

29 y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle.

30 Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.

31 Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo.

32 Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.

33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz,

34 diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios.

35 Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno.

36 Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?

37 Y su fama se difundía por todos los lugares de los contornos.

38 Entonces Jesús se levantó y salió de la sinagoga, y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella.

39 E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía.

40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

41 También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.

42 Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar desierto; y la gente le buscaba, y llegando a donde estaba, le detenían para que no se fuera de ellos.

43 Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.

44 Y predicaba en las sinagogas de Galilea.

  X


1 Ahora bien, Jesús, lleno de espíritu santo, se apartó del Jordán, y el espíritu lo condujo por aquí y por allá en el desierto

2 por cuarenta días, mientras lo tentaba el Diablo. Además, no comió nada en aquellos días, y por eso, cuando estos hubieron concluido, tuvo hambre.

3 Entonces el Diablo le dijo: “Si eres hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”.

4 Pero Jesús le respondió: “Está escrito: ‘No de pan solamente debe vivir el hombre’”.

5 De modo que lo llevó hacia arriba y le mostró todos los reinos de la tierra habitada en un instante de tiempo;

6 y el Diablo le dijo: “Te daré toda esta autoridad y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada, y a quien yo quiera se la doy.

7 Por eso, si tú haces un acto de adoración delante de mí, todo será tuyo”.

8 Respondiendo, Jesús le dijo: “Está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’”.

9 Entonces lo condujo a Jerusalén y lo apostó sobre el almenaje del templo y le dijo: “Si eres hijo de Dios, échate abajo desde aquí;

10 porque está escrito: ‘A sus ángeles dará encargo acerca de ti, que te conserven’,

11 y: ‘Te llevarán en sus manos, para que nunca des con tu pie contra una piedra’”.

12 Respondiendo, Jesús le dijo: “Dicho está: ‘No debes poner a prueba a Jehová tu Dios’”.

13 De modo que el Diablo, habiendo concluido toda la tentación, se retiró de él hasta otro tiempo conveniente.

14 Entonces Jesús volvió en el poder del espíritu a Galilea. Y su fama se extendió por toda la comarca.

15 También, enseñaba en las sinagogas de ellos, y era honrado por todos.

16 Y vino a Nazaret, donde había sido criado; y, según su costumbre en día de sábado, entró en la sinagoga, y se puso de pie para leer.

17 De modo que se le dio el rollo del profeta Isaías, y abrió el rollo y halló el lugar donde estaba escrito:

18 “El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar una liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos, para despachar a los quebrantados con una liberación,

19 para predicar el año acepto de Jehová”.

20 Con eso enrolló el rollo, se lo devolvió al servidor, y se sentó; y los ojos de todos [los que estaban] en la sinagoga se fijaron atentamente en él.

21 Entonces comenzó a decirles: “Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír”.

22 Y todos daban testimonio favorable acerca de él y se maravillaban de las palabras llenas de gracia que procedían de su boca, y decían: “Este es hijo de José, ¿verdad?”.

23 Entonces les dijo: “Sin duda me aplicarán esta ilustración: ‘Médico, cúrate a ti mismo; las cosas que oímos que sucedieron en Capernaum, hazlas también aquí en tu propio territorio’”.

24 Pero dijo: “En verdad les digo que ningún profeta es acepto en su propio territorio.

25 Por ejemplo, les digo en verdad: Había muchas viudas en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, de modo que vino una gran hambre sobre toda la tierra;

26 sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de aquellas [mujeres], sino únicamente a Sarepta en la tierra de Sidón, a una viuda.

27 También, había muchos leprosos en Israel en tiempo de Eliseo el profeta; sin embargo, ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el hombre de Siria”.

28 Entonces todos los que oyeron estas cosas en la sinagoga se llenaron de cólera;

29 y se levantaron y lo sacaron apresuradamente de la ciudad, y lo llevaron hasta la cumbre de la montaña sobre la cual había sido edificada la ciudad de ellos, para despeñarlo.

30 Mas él pasó por en medio de ellos y siguió su camino.

31 Y bajó a Capernaum, ciudad de Galilea. Y les enseñaba en día de sábado;

32 y estaban atónitos de su modo de enseñar, porque su habla tenía autoridad.

33 Ahora bien, en la sinagoga había un hombre con un espíritu, un demonio inmundo, y este gritó con voz fuerte:

34 “¡Ah! ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús, nazareno? ¿Viniste a destruirnos? Sé exactamente quién eres: el Santo de Dios”.

35 Pero Jesús lo reprendió, y dijo: “Calla, y sal de él”. Entonces, después de derribar al hombre en medio de ellos, el demonio salió de él sin hacerle daño.

36 Ante esto, todos quedaron pasmados, y conversaban unos con otros, y decían: “¿Qué clase de habla es esta, porque con autoridad y poder ordena a los espíritus inmundos, y salen?”.

37 De modo que las noticias respecto a él salían a todo rincón de la comarca.

38 Después de levantarse y salir de la sinagoga, él entró en casa de Simón. Ahora bien, la suegra de Simón estaba angustiada con una fiebre alta, y le hicieron petición a favor de ella.

39 De modo que se puso cerca de ella y reprendió la fiebre, y esta la dejó. Al instante ella se levantó y se puso a ministrarles.

40 Pero cuando estaba poniéndose el sol, todos los que tenían enfermos de diversas dolencias los trajeron a él. Poniendo las manos sobre cada uno de ellos, él los curaba.

41 Salían también demonios de muchos, clamando y diciendo: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero él, reprendiéndolos, no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.

42 Sin embargo, cuando se hizo de día, salió y prosiguió a un lugar solitario. Pero las muchedumbres andaban buscándolo y llegaron hasta donde estaba, y trataron de detenerlo para que no se fuera de ellos.

43 Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado”.

44 Por consiguiente, iba predicando en las sinagogas de Judea.