< Anterior |
Siguiente > |
1 Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía.
2 Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer.
3 El, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
4 Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla.
5 Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;
6 pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.
7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,
8 y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno.
9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
10 En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo,
11 y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella;
12 y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.
13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban.
14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
17 Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.
20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
26 Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
27 Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.
28 Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.
29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,
30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.
31 Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.
32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;
34 y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.
35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.
36 El les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
37 Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?
39 Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
40 pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.
41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan.
42 Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad.
43 Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,
44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.
45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.
50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.
52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
1 Levantándose de allí, vino a los términos de Judea y al otro lado del Jordán, y de nuevo las muchedumbres se le reunieron, y según tenía por costumbre, de nuevo se puso a enseñarles.
2 Entonces se le acercaron unos fariseos y, para ponerlo a prueba, se pusieron a preguntarle si le era lícito al varón divorciarse de su esposa.
3 Él, respondiendo, les dijo: “¿Qué les mandó Moisés?”.
4 Ellos dijeron: “Moisés permitió escribir un certificado de despedida y divorciarse [de ella]”.
5 Pero Jesús les dijo: “En vista de la dureza del corazón de ustedes les escribió este mandamiento.
6 Sin embargo, desde [el] principio de la creación ‘Él los hizo macho y hembra.
7 Por este motivo dejará el hombre a su padre y a su madre,
8 y los dos serán una sola carne’; de modo que ya no son dos, sino una sola carne.
9 Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre”.
10 Y en la casa de nuevo, los discípulos le interrogaban acerca de esto.
11 Y él les dijo: “Cualquiera que se divorcie de su esposa y se case con otra comete adulterio contra ella,
12 y si alguna vez una mujer, después de divorciarse de su esposo, se casa con otro, ella comete adulterio”.
13 Entonces la gente empezó a traerle niñitos para que los tocara; pero los discípulos corrigieron [a la gente].
14 Al ver esto, Jesús se indignó y les dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos, porque el reino de Dios pertenece a los que son así.
15 En verdad les digo: El que no reciba el reino de Dios como un niñito, de ninguna manera entrará en él”.
16 Y tomó a los niños en los brazos y empezó a bendecirlos, poniendo las manos sobre ellos.
17 Y al salir él para seguir su camino, cierto hombre vino corriendo y cayó de rodillas delante de él y le hizo una pregunta: “Buen Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar vida eterna?”.
18 Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno solo, Dios.
19 Conoces los mandamientos: ‘No asesines, No cometas adulterio, No hurtes, No des falso testimonio, No defraudes, Honra a tu padre y a tu madre’”.
20 El hombre le dijo: “Maestro, todas estas cosas las he guardado desde mi juventud”.
21 Y mirándolo, Jesús sintió amor por él, y le dijo: “Una cosa falta en cuanto a ti: Ve, vende las cosas que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven, sé mi seguidor”.
22 Mas él se entristeció por el dicho, y se fue contristado, porque tenía muchas posesiones.
23 Después de mirar alrededor, Jesús dijo a sus discípulos: “¡Cuán difícil les será a los que tienen dinero entrar en el reino de Dios!”.
24 Pero los discípulos estaban sorprendidos de sus palabras. En respuesta Jesús les dijo de nuevo: “Hijos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios!
25 Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios”.
26 Quedaron aún más atónitos, y le dijeron: “¿Quién, de hecho, puede ser salvo?”.
27 Mirándolos directamente, Jesús dijo: “Para los hombres es imposible, mas no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios”.
28 Pedro comenzó a decirle: “¡Mira! Nosotros dejamos todas las cosas y te hemos estado siguiendo”.
29 Jesús dijo: “En verdad les digo: Nadie ha dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, por causa de mí y por causa de las buenas nuevas,
30 que no reciba el céntuplo ahora en este período de tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y campos, con persecuciones, y en el sistema de cosas venidero vida eterna.
31 Sin embargo, muchos que son primeros serán últimos; y los últimos, primeros”.
32 Ahora bien, iban avanzando por el camino que sube a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos, y ellos estaban asombrados; pero los que venían siguiendo temían. De nuevo llevó aparte a los doce y comenzó a decirles estas cosas destinadas a sobrevenirle:
33 “Aquí estamos, subiendo hacia Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sacerdotes principales y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a [hombres de] las naciones,
34 y se burlarán de él y le escupirán y lo azotarán y lo matarán, pero tres días después se levantará”.
35 Y Santiago y Juan, los dos hijos de Zebedeo, se le acercaron y le dijeron: “Maestro, queremos que hagas por nosotros cualquier cosa que te pidamos”.
36 Él les dijo: “¿Qué quieren que les haga?”.
37 Le dijeron: “Concédenos sentarnos, uno a tu derecha y uno a tu izquierda, en tu gloria”.
38 Mas Jesús les dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?”.
39 Ellos le dijeron: “Podemos”. Ante eso, Jesús les dijo: “La copa que yo bebo ustedes beberán, y con el bautismo con que yo soy bautizado ustedes serán bautizados.
40 Sin embargo, esto de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía darlo, sino que pertenece a aquellos para quienes se ha preparado”.
41 Ahora bien, cuando los otros diez oyeron de esto, comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan.
42 Mas Jesús, habiéndolos llamado a sí, les dijo: “Ustedes saben que los que parecen gobernar a las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen autoridad sobre ellas.
43 No es así entre ustedes; antes bien, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que ser ministro de ustedes,
44 y el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser el esclavo de todos.
45 Porque aun el Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos”.
46 Y entraron en Jericó. Pero cuando salían de Jericó él y sus discípulos y una muchedumbre considerable, Bartimeo (hijo de Timeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.
47 Al oír que era Jesús el Nazareno, comenzó a gritar y a decir: “¡Hijo de David, Jesús, ten misericordia de mí!”.
48 Ante eso, muchos se pusieron a decirle rigurosamente que se callara; pero él siguió gritando mucho más: “¡Hijo de David, ten misericordia de mí!”.
49 De modo que Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “Cobra ánimo, levántate; te llama”.
50 Tirando su prenda de vestir exterior, él se puso de pie de un salto y fue a Jesús.
51 Y en respuesta a él, Jesús le dijo: “¿Qué quieres que te haga?”. El ciego le dijo: “Rabboni, que recobre la vista”.
52 Y Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha devuelto la salud”. E inmediatamente recobró la vista, y se puso a seguirle en el camino.