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La Palabra de Dios preservada y viva

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MARCOS 12 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, cavó un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.

2 Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de éstos del fruto de la viña.

3 Mas ellos, tomándole, le golpearon, y le enviaron con las manos vacías.

4 Volvió a enviarles otro siervo; pero apedreándole, le hirieron en la cabeza, y también le enviaron afrentado.

5 Volvió a enviar otro, y a éste mataron; y a otros muchos, golpeando a unos y matando a otros.

6 Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.

7 Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.

8 Y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña.

9 ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá a los labradores, y dará su viña a otros.

10 ¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo;

11 El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?

12 Y procuraban prenderle, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían a la multitud, y dejándole, se fueron.

13 Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra.

14 Viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?

15 Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.

16 Ellos se la trajeron; y les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: De César.

17 Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él.

18 Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:

19 Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muriere y dejare esposa, pero no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano.

20 Hubo siete hermanos; el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia.

21 Y el segundo se casó con ella, y murió, y tampoco dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera.

22 Y así los siete, y no dejaron descendencia; y después de todos murió también la mujer.

23 En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?

24 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?

25 Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos.

26 Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?

27 Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.

28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.

31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

32 Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;

33 y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.

34 Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

35 Enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

36 Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.

37 David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo? Y gran multitud del pueblo le oía de buena gana.

38 Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas,

39 y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;

40 que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.

41 Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.

42 Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante.

43 Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;

44 porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.

  X


1 También, comenzó a hablarles con ilustraciones: “Un hombre plantó una viña, y la rodeó de una cerca, y cavó un estanque para el lagar y erigió una torre, y la arrendó a cultivadores, y viajó al extranjero.

2 Pues bien, a su debido tiempo envió un esclavo a los cultivadores, para que consiguiera de los cultivadores parte de los frutos de la viña.

3 Pero estos lo tomaron, lo golpearon severamente y lo enviaron sin nada.

4 Y de nuevo él les envió otro esclavo; y a ese lo hirieron en la cabeza y lo deshonraron.

5 Y envió otro, y a aquel lo mataron; y muchos otros, a algunos de los cuales golpearon severamente y a algunos de los cuales mataron.

6 Tenía todavía uno, un hijo amado. Se lo envió por último, diciendo: ‘Respetarán a mi hijo’.

7 Mas aquellos cultivadores dijeron entre sí: ‘Éste es el heredero. Vengan, matémoslo, y la herencia será nuestra’.

8 De modo que lo tomaron y lo mataron, y lo echaron fuera de la viña.

9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, y destruirá a los cultivadores, y dará la viña a otros.

10 ¿Nunca leyeron esta escritura: ‘La piedra que los edificadores rechazaron, esta ha llegado a ser la principal piedra angular.

11 De parte de Jehová ha venido a ser esto, y es maravilloso a nuestros ojos’?”.

12 Ante aquello, buscaban cómo prenderlo, pero temían a la muchedumbre, pues se dieron cuenta de que él, al hablar la ilustración, estaba pensando en ellos. De modo que lo dejaron, y se fueron.

13 Entonces le enviaron algunos de los fariseos y de los partidarios de Herodes, para sorprenderlo en su habla.

14 Al llegar estos, le dijeron: “Maestro, sabemos que eres veraz y no te importa nadie, porque no miras la apariencia exterior de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad: ¿Es lícito pagar la capitación a César, o no?

15 ¿Debemos pagar, o no debemos pagar?”. Echando de ver su hipocresía, él les dijo: “¿Por qué me ponen a prueba? Tráiganme un denario para verlo”.

16 Trajeron uno. Y él les dijo: “¿De quién es esta imagen e inscripción?”. Ellos le dijeron: “De César”.

17 Jesús entonces dijo: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”. Y se maravillaban de él.

18 Entonces vinieron a él saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le hicieron la pregunta:

19 “Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguien muere y deja atrás una esposa, pero no deja hijo, su hermano debe tomar la esposa y levantar prole de ella a su hermano.

20 Hubo siete hermanos; y el primero tomó una esposa, mas no dejó prole cuando murió.

21 Y el segundo la tomó, pero murió sin dejar prole; y el tercero lo mismo.

22 Y ninguno de los siete dejó prole. Con posterioridad a todos, también la mujer murió.

23 En la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa ella? Porque los siete la tuvieron por esposa”.

24 Jesús les dijo: “¿No es por esto por lo que están equivocados, por no conocer ni las Escrituras ni el poder de Dios?

25 Porque cuando se levantan de entre los muertos, ni se casan los hombres ni se dan en matrimonio las mujeres, sino que son como los ángeles en los cielos.

26 Mas concerniente a los muertos, de que son levantados, ¿no leyeron en el libro de Moisés, en el relato acerca de la zarza, cómo Dios le dijo: ‘Yo soy el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob’?

27 Él no es Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados”.

28 Ahora bien, uno de los escribas que había llegado y los había oído disputar, sabiendo que él les había contestado de excelente manera, le preguntó: “¿Cuál mandamiento es el primero de todos?”.

29 Jesús contestó: “El primero es: ‘Oye, oh Israel, Jehová nuestro Dios es un solo Jehová,

30 y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas’.

31 El segundo es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento mayor que estos”.

32 El escriba le dijo: “Maestro, bien dijiste de acuerdo con la verdad: ‘Uno Solo es Él, y no hay otro fuera de Él’;

33 y esto de amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y esto de amar al prójimo como a uno mismo, vale mucho más que todos los holocaustos y sacrificios”.

34 Ante aquello, Jesús, discerniendo que había contestado inteligentemente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios”. Pero nadie tenía ánimo ya para interrogarle.

35 Sin embargo, al responder, Jesús se puso a decir mientras enseñaba en el templo: “¿Cómo es que los escribas dicen que el Cristo es hijo de David?

36 Por el espíritu santo David mismo dijo: ‘Jehová dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies”’.

37 David mismo lo llama ‘Señor’, pero ¿cómo sucede que él sea su hijo?”. Y la gran muchedumbre le escuchaba con gusto.

38 Y en su enseñanza él procedió a decir: “Cuídense de los escribas que quieren andar por todos lados en ropas largas y quieren saludos en las plazas de mercado

39 y asientos delanteros en las sinagogas y lugares muy prominentes en las cenas.

40 Ellos son los que devoran las casas de las viudas y por pretexto hacen largas oraciones; estos recibirán juicio más pesado”.

41 Y se sentó con las arcas de la tesorería a la vista, y se puso a observar cómo la muchedumbre echaba dinero en las arcas de la tesorería; y muchos ricos echaban muchas monedas.

42 Luego vino una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas, que tienen muy poco valor.

43 Entonces él llamó a sí a sus discípulos y les dijo: “En verdad les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que están echando dinero en las arcas de la tesorería;

44 porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su indigencia, echó cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir”.