1 »¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!
2 Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.
3 Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso.
4 »Alza los ojos, mira a tu alrededor: todos se reúnen y acuden a ti.
5 Verás esto y te pondrás radiante de alegría; vibrará tu corazón y se henchirá de gozo;
6 Te llenarás con caravanas de camellos, con dromedarios de Madián y de Efa.
7 En ti se reunirán todos los rebaños de Cedar, te servirán los carneros de Nebayot;
8 »¿Quiénes son los que pasan como nubes, y como palomas rumbo a su palomar?
9 En mí esperarán las costas lejanas; a la cabeza vendrán los barcos de Tarsis
10 »Los extranjeros reconstruirán tus muros, y sus reyes te servirán.
11 Tus puertas estarán siempre abiertas, ni de día ni de noche se cerrarán;
12 La nación o el reino que no te sirva perecerá; quedarán arruinados por completo.
13 »Te llegará la gloria del Líbano, con el ciprés, el olmo y el abeto,
14 Ante ti vendrán a inclinarse los hijos de tus opresores;
15 »Aunque fuiste abandonada y aborrecida, y nadie transitaba por tus calles,
16 Te alimentarás con la leche de las naciones, con la riqueza de los reyes serás amamantada.
17 En vez de bronce te traeré oro; en lugar de hierro, plata.
18 Ya no se sabrá de violencia en tu tierra, ni de ruina y destrucción en tus fronteras,
19 Ya no será el sol tu luz durante el día, ni con su resplandor te alumbrará la luna,
20 Tu sol no volverá a ponerse, ni menguará tu luna;
21 Entonces todo tu pueblo será justo y poseerá la tierra para siempre.
22 El más débil se multiplicará por miles, y el menor llegará a ser una nación poderosa.