1 ¡Ojalá mi cabeza fuera un manantial, y mis ojos una fuente de lágrimas,
2 ¡Ojalá tuviera yo en el desierto una posada junto al camino!
3 «Tensan su lengua como un arco; en el país prevalece la mentira, no la verdad,
4 Cuídese cada uno de su amigo, no confíe ni siquiera en el hermano,
5 Se engañan unos a otros; no se hablan con la verdad.
6 »Tú, Jeremías, vives en medio de engañadores, que por su engaño no quieren reconocerme»,
7 Por eso, así dice el Señor Todopoderoso: «Voy a refinarlos, a ponerlos a prueba.
8 Su lengua es una flecha mortífera, su boca solo sabe engañar;
9 ¿Y no los he de castigar por esto? —afirma el Señor—.
10 Lloraré y gemiré por las montañas, haré lamentos por las praderas del desierto,
11 «Convertiré a Jerusalén en un montón de ruinas, en una guarida de chacales.
12 ¿Quién es tan sabio como para entender esto? ¿A quién le habló el Señor para que lo anuncie? ¿Por qué está arruinado el país, desolado como un desierto por el que nadie pasa?
13 El Señor dice: «Ellos abandonaron la ley que yo les entregué; no me obedecieron ni vivieron conforme a ella.
14 Siguieron la terquedad de su corazón; se fueron tras los baales, como les habían enseñado sus antepasados».
15 Por eso, así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: «A este pueblo le daré a comer ajenjo y a beber agua envenenada.
16 Los dispersaré entre naciones que ni ellos ni sus antepasados conocieron; los perseguiré con espada hasta aniquilarlos».
17 Así dice el Señor Todopoderoso: «¡Atención! Llamen a las plañideras.
18 Que se den prisa, que hagan lamentación por nosotros.
19 Desde Sión se escuchan gemidos y lamentos: “Hemos sido devastados;
20 Escuchen, mujeres, la palabra del Señor; reciban sus oídos la palabra de su boca.
21 «La muerte se ha metido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios;
22 Yacen tendidos los cadáveres como estiércol sobre los campos,
23 Así dice el Señor: «Que no se gloríe el sabio de su sabiduría,
24 Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme
25 »Vienen días —afirma el Señor— en que castigaré al que haya sido circuncidado solo del prepucio:
26 castigaré a Egipto, Judá, Edom, Amón, Moab, y a todos los que viven en el desierto y se rapan las sienes. Todas las naciones son incircuncisas, pero el pueblo de Israel es incircunciso de corazón».