1 A ti clamo, Señor; ven pronto a mí. ¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo!
2 Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso;
3 Señor, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios.
4 No permitas que mi corazón se incline a la maldad, ni que sea yo cómplice de iniquidades;
5 Que la justicia me golpee, que el amor me reprenda;
6 Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos, sabrán que mis palabras eran bien intencionadas.
7 Y dirán: «Así como se dispersa la tierra cuando en ella se abren surcos con el arado,
8 En ti, Señor Soberano, tengo puestos los ojos; en ti busco refugio; no dejes que me maten.
9 Protégeme de las trampas que me tienden, de las trampas que me tienden los malhechores.
10 Que caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo salgo bien librado.