1 Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones,
2 Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad
3 Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo
4 Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano,
5 Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad.
6 Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia;
7 Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro
8 El Señor dice: «Yo te instruiré,
9 No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento,
10 Muchas son las calamidades de los malvados, pero el gran amor del Señor
11 ¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el Señor!