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SALMOS 102 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Jehová, escucha mi oración, Y llegue a ti mi clamor.

2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; Inclina a mí tu oído; Apresúrate a responderme el día que te invocare.

3 Porque mis días se han consumido como humo, Y mis huesos cual tizón están quemados.

4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba, Por lo cual me olvido de comer mi pan.

5 Por la voz de mi gemido Mis huesos se han pegado a mi carne.

6 Soy semejante al pelícano del desierto; Soy como el buho de las soledades;

7 Velo, y soy Como el pájaro solitario sobre el tejado.

8 Cada día me afrentan mis enemigos; Los que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí.

9 Por lo cual yo como ceniza a manera de pan, Y mi bebida mezclo con lágrimas,

10 A causa de tu enojo y de tu ira; Pues me alzaste, y me has arrojado.

11 Mis días son como sombra que se va, Y me he secado como la hierba.

12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre, Y tu memoria de generación en generación.

13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sion, Porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado.

14 Porque tus siervos aman sus piedras, Y del polvo de ella tienen compasión.

15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová, Y todos los reyes de la tierra tu gloria;

16 Por cuanto Jehová habrá edificado a Sion, Y en su gloria será visto;

17 Habrá considerado la oración de los desvalidos, Y no habrá desechado el ruego de ellos.

18 Se escribirá esto para la generación venidera; Y el pueblo que está por nacer alabará a JAH,

19 Porque miró desde lo alto de su santuario; Jehová miró desde los cielos a la tierra,

20 Para oír el gemido de los presos, Para soltar a los sentenciados a muerte;

21 Para que publique en Sion el nombre de Jehová, Y su alabanza en Jerusalén,

22 Cuando los pueblos y los reinos se congreguen En uno para servir a Jehová.

23 El debilitó mi fuerza en el camino; Acortó mis días.

24 Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días; Por generación de generaciones son tus años.

25 Desde el principio tú fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos.

26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás; Y todos ellos como una vestidura se envejecerán; Como un vestido los mudarás, y serán mudados;

27 Pero tú eres el mismo, Y tus años no se acabarán.

28 Los hijos de tus siervos habitarán seguros, Y su descendencia será establecida delante de ti.

  X


1 Escucha, Señor, mi oración; llegue a ti mi clamor.

2 No escondas de mí tu rostro cuando me encuentro angustiado.

3 Pues mis días se desvanecen como el humo, los huesos me arden como brasas.

4 Mi corazón decae y se marchita como la hierba; ¡hasta he perdido el apetito!

5 Por causa de mis fuertes gemidos se me pueden contar los huesos.

6 Parezco una lechuza del desierto; soy como un búho entre las ruinas.

7 No logro conciliar el sueño; parezco ave solitaria sobre el tejado.

8 A todas horas me ofenden mis enemigos, y hasta usan mi nombre para maldecir.

9 Las cenizas son todo mi alimento; mis lágrimas se mezclan con mi bebida.

10 ¡Por tu enojo, por tu indignación, me levantaste para luego arrojarme!

11 Mis días son como sombras nocturnas; me voy marchitando como la hierba.

12 Pero tú, Señor, reinas eternamente; tu nombre perdura por todas las generaciones.

13 Te levantarás y tendrás piedad de Sión, pues ya es tiempo de que la compadezcas.

14 Tus siervos sienten cariño por sus ruinas; los mueven a compasión sus escombros.

15 Las naciones temerán el nombre del Señor; todos los reyes de la tierra reconocerán su majestad.

16 Porque el Señor reconstruirá a Sión, y se manifestará en su esplendor.

17 Atenderá a la oración de los desamparados, y no desdeñará sus ruegos.

18 Que se escriba esto para las generaciones futuras, y que el pueblo que será creado alabe al Señor.

19 Miró el Señor desde su altísimo santuario; contempló la tierra desde el cielo,

20 para oír los lamentos de los cautivos y liberar a los condenados a muerte;

21 para proclamar en Sión el nombre del Señor y anunciar en Jerusalén su alabanza,

22 cuando todos los pueblos y los reinos se reúnan para adorar al Señor.

23 En el curso de mi vida acabó Dios con mis fuerzas; me redujo los días.

24     Por eso dije: «No me lleves, Dios mío, a la mitad de mi vida;

25 En el principio tú afirmaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos.

26 Ellos perecerán, pero tú permaneces. Todos ellos se desgastarán como un vestido.

27 Pero tú eres siempre el mismo, y tus años no tienen fin.

28 Los hijos de tus siervos se establecerán, y sus descendientes habitarán en tu presencia».