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SALMOS 39 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Yo dije: Atenderé a mis caminos, Para no pecar con mi lengua; Guardaré mi boca con freno, En tanto que el impío esté delante de mí.

2 Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno; Y se agravó mi dolor.

3 Se enardeció mi corazón dentro de mí; En mi meditación se encendió fuego, Y así proferí con mi lengua:

4 Hazme saber, Jehová, mi fin, Y cuánta sea la medida de mis días; Sepa yo cuán frágil soy.

5 He aquí, diste a mis días término corto, Y mi edad es como nada delante de ti; Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Selah

6 Ciertamente como una sombra es el hombre; Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.

7 Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.

8 Líbrame de todas mis transgresiones; No me pongas por escarnio del insensato.

9 Enmudecí, no abrí mi boca, Porque tú lo hiciste.

10 Quita de sobre mí tu plaga; Estoy consumido bajo los golpes de tu mano.

11 Con castigos por el pecado corriges al hombre, Y deshaces como polilla lo más estimado de él; Ciertamente vanidad es todo hombre. Selah

12 Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor. No calles ante mis lágrimas; Porque forastero soy para ti, Y advenedizo, como todos mis padres.

13 Déjame, y tomaré fuerzas, Antes que vaya y perezca.

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1 Me dije a mí mismo: «Mientras esté ante gente malvada

2 Así que guardé silencio, me mantuve callado. ¡Ni aun lo bueno salía de mi boca!

3     ¡el corazón me ardía en el pecho! Al meditar en esto, el fuego se inflamó

4 «Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir;

5 Muy breve es la vida que me has dado; ante ti, mis años no son nada.

6     Es un suspiro que se pierde entre las sombras. Ilusorias son las riquezas que amontona,

7 »Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Mi esperanza he puesto en ti!

8 Líbrame de todas mis transgresiones. Que los necios no se burlen de mí.

9 »He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa.

10 Ya no me castigues, que los golpes de tu mano me aniquilan.

11 Tú reprendes a los mortales, los castigas por su iniquidad;

12 »Señor, escucha mi oración, atiende a mi clamor;

13 No me mires con enojo, y volveré a alegrarme antes que me muera y deje de existir».