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La Palabra de Dios preservada y viva

SALMOS 44 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.

2 Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos; Afligiste a los pueblos, y los arrojaste.

3 Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libró; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, Porque te complaciste en ellos.

4 Tú, oh Dios, eres mi rey; Manda salvación a Jacob.

5 Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos; En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.

6 Porque no confiaré en mi arco, Ni mi espada me salvará;

7 Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos, Y has avergonzado a los que nos aborrecían.

8 En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah

9 Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar; Y no sales con nuestros ejércitos.

10 Nos hiciste retroceder delante del enemigo, Y nos saquean para sí los que nos aborrecen.

11 Nos entregas como ovejas al matadero, Y nos has esparcido entre las naciones.

12 Has vendido a tu pueblo de balde; No exigiste ningún precio.

13 Nos pones por afrenta de nuestros vecinos, Por escarnio y por burla de los que nos rodean.

14 Nos pusiste por proverbio entre las naciones; Todos al vernos menean la cabeza.

15 Cada día mi vergüenza está delante de mí, Y la confusión de mi rostro me cubre,

16 Por la voz del que me vitupera y deshonra, Por razón del enemigo y del vengativo.

17 Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti, Y no hemos faltado a tu pacto.

18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón, Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos,

19 Para que nos quebrantases en el lugar de chacales, Y nos cubrieses con sombra de muerte.

20 Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios, O alzado nuestras manos a dios ajeno,

21 ¿No demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos del corazón.

22 Pero por causa de ti nos matan cada día; Somos contados como ovejas para el matadero.

23 Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no te alejes para siempre.

24 ¿Por qué escondes tu rostro, Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra?

25 Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo, Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra.

26 Levántate para ayudarnos, Y redímenos por causa de tu misericordia.

  X


1 Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado

2 Con tu mano echaste fuera a las naciones y en su lugar estableciste a nuestros padres;

3 Porque no fue su espada la que conquistó la tierra, ni fue su brazo el que les dio la victoria:

4 Solo tú eres mi rey y mi Dios. ¡Decreta las victorias de Jacob!

5 Por ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu nombre aplastamos a nuestros agresores.

6 Yo no confío en mi arco, ni puede mi espada darme la victoria;

7 tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos, y dejas en vergüenza a nuestros adversarios.

8 ¡Por siempre nos gloriaremos en Dios! ¡Por siempre alabaremos tu nombre! Selah

9 Pero ahora nos has rechazado y humillado; ya no sales con nuestros ejércitos.

10 Nos hiciste retroceder ante el enemigo; nos han saqueado nuestros adversarios.

11 Cual si fuéramos ovejas nos has entregado para que nos devoren,

12 Has vendido a tu pueblo muy barato, y nada has ganado con su venta.

13 Nos has puesto en ridículo ante nuestros vecinos; somos la burla y el escarnio de los que nos rodean.

14 Nos has hecho el hazmerreír de las naciones; todos los pueblos se burlan de nosotros.

15 La ignominia no me deja un solo instante; se me cae la cara de vergüenza

16 por las burlas de los que me injurian y me ultrajan, por culpa del enemigo que está presto a la venganza.

17 Todo esto nos ha sucedido, a pesar de que nunca te olvidamos

18 No te hemos sido infieles, ni nos hemos apartado de tu senda.

19 Pero tú nos arrojaste a una cueva de chacales; ¡nos envolviste en la más densa oscuridad!

20 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios, o tendido nuestras manos a un dios extraño,

21 ¿acaso Dios no lo habría descubierto, ya que él conoce los más íntimos secretos?

22 Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!

23 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre.

24 ¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?

25 Estamos abatidos hasta el polvo; nuestro cuerpo se arrastra por el suelo.

26 Levántate, ven a ayudarnos, y por tu gran amor, ¡rescátanos!