“ Cuando ella llegó al hombre del Dios [verdadero] en la montaña, en seguida lo asió de los pies. Ante esto, Guehazí se acercó para empujarla de allí, pero el hombre del Dios [verdadero] dijo: “Déjala, porque amargada está su alma dentro de ella; y Jehová mismo me lo ha escondido y no me lo ha informado”.
.”
Traducción del Nuevo Mundo 1987 (tnm)