“ Pero si un toro anteriormente hubiera tenido la costumbre de acornear, y ello se hubiera advertido al dueño, pero él no lo hubiera tenido bajo guardia, y este efectivamente hubiera dado muerte a un hombre o a una mujer, el toro ha de ser apedreado, y también ha de darse muerte a su dueño.
.”
Traducción del Nuevo Mundo 1987 (tnm)