“ Y procedí a decir: “¡Ay!, ¡oh Señor Soberano Jehová! ¡Mira! Mi alma no es [alma] contaminada; ni cuerpo [ya] muerto ni animal desgarrado he comido desde mi juventud, aun hasta ahora, y en mi boca no ha entrado ninguna carne asquerosa”.
.”
Traducción del Nuevo Mundo 1987 (tnm)