“ Gradualmente se aproximaron los días en que Israel había de morir. De modo que llamó a su hijo José y le dijo: “Si, pues, he hallado favor a tus ojos, coloca tu mano, por favor, debajo de mi muslo, y tienes que ejercer bondad amorosa y confiabilidad para conmigo. (Por favor, no me entierres en Egipto.)
.”
Traducción del Nuevo Mundo 1987 (tnm)