“ De modo que, una vez disuelta la asamblea de la sinagoga, muchos de los judíos y de los prosélitos que adoraban [a Dios] siguieron a Pablo y a Bernabé, los cuales, al hablarles, los instaban a continuar en la bondad inmerecida de Dios.
.”
Traducción del Nuevo Mundo 1987 (tnm)