“ ”’Y el sacerdote tiene que hacer que ella jure, y tiene que decir a la mujer: “Si no se ha acostado contigo ningún hombre, y si, estando sujeta a tu esposo, no te has desviado a ninguna inmundicia, queda libre del efecto de esta agua amarga que trae una maldición.
.”
Traducción del Nuevo Mundo 1987 (tnm)