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1 SAMUEL 24 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso, diciendo: He aquí David está en el desierto de En-gadi.

2 Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.

3 Y cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva.

4 Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.

5 Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl.

6 Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.

7 Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.

8 También David se levantó después, y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia.

9 Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal?

10 He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová.

11 Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.

12 Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti.

13 Como dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad; así que mi mano no será contra ti.

14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?

15 Jehová, pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.

16 Y aconteció que cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzó Saúl su voz y lloró,

17 y dijo a David: Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal.

18 Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová en tu mano.

19 Porque ¿quién hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo.

20 Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable,

21 júrame, pues, ahora por Jehová, que no destruirás mi descendencia después de mí, ni borrarás mi nombre de la casa de mi padre.

22 Entonces David juró a Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y David y sus hombres subieron al lugar fuerte.

  X


1 Y en cuanto Saúl volvió de seguir a los filisteos aconteció que le vinieron con un informe, y dijeron: “¡Mira! David está en el desierto de En-guedí”.

2 Y Saúl procedió a tomar tres mil hombres escogidos de todo Israel e ir en busca de David y sus hombres sobre las rocas peladas de las cabras monteses.

3 Por fin llegó a los apriscos de piedra para ovejas al lado del camino, donde había una cueva. De modo que Saúl entró para hacer del cuerpo, mientras David y sus hombres se hallaban en las partes más al fondo de la cueva, sentados.

4 Y los hombres de David empezaron a decirle: “Aquí está el día en que Jehová de veras te dice: ‘¡Mira! Estoy dando a tu enemigo en tu mano, y tienes que hacerle tal como parezca bien a tus ojos’”. De modo que David se levantó y cortó calladamente la falda de la vestidura sin mangas que pertenecía a Saúl.

5 Pero después aconteció que el corazón de David siguió hiriéndolo por motivo de haber cortado la falda [de la vestidura sin mangas] que pertenecía a Saúl.

6 Por eso dijo a sus hombres: “Es inconcebible, de parte mía, desde el punto de vista de Jehová, que yo haga esta cosa a mi señor, el ungido de Jehová, alargando la mano contra él, pues es el ungido de Jehová”.

7 Por consiguiente, David dispersó a sus hombres con estas palabras, y no les permitió levantarse contra Saúl. En cuanto a Saúl, él se levantó de la cueva y prosiguió su camino.

8 Así que David se levantó después y salió de la cueva y gritó tras Saúl, diciendo: “¡Mi señor el rey!”. Ante esto, Saúl miró detrás de sí, y David procedió a inclinarse rostro a tierra y a postrarse.

9 Y David pasó a decir a Saúl: “¿Por qué escuchas las palabras del hombre, que dice: ‘¡Mira! David anda buscando hacerte daño’?

10 Aquí este día han visto tus ojos cómo Jehová te dio hoy en mi mano en la cueva; y alguien dijo que te matara, pero yo te tuve lástima y dije: ‘No alargaré la mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová’.

11 Y, padre mío, ve, sí, ve la falda de tu vestidura sin mangas en mi mano, porque cuando corté la falda de tu vestidura sin mangas no te maté. Sabe y ve que no hay en mi mano ni maldad ni sublevación, y yo no he pecado contra ti, mientras que tú estás acechando mi alma para quitármela.

12 Juzgue Jehová entre yo y tú; y Jehová tiene que vengarme de ti, pero mi propia mano no vendrá a estar sobre ti.

13 Tal como dice el proverbio de los antiguos: ‘De los inicuos procederá iniquidad’, pero mi propia mano no vendrá a estar sobre ti.

14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿Tras quién estás corriendo? ¿Tras un perro muerto? ¿Tras una sola pulga?

15 Y Jehová tiene que llegar a ser juez, y tiene que juzgar entre yo y tú, y él verá y él conducirá la causa judicial para mí y me juzgará [para librarme] de tu mano”.

16 Y aconteció que, al momento que David acabó de hablar estas palabras a Saúl, Saúl procedió a decir: “¿Es esta tu voz, hijo mío David?”. Y Saúl empezó a alzar su propia voz y llorar.

17 Y pasó a decir a David: “Tú eres más justo que yo, porque tú eres el que me has hecho el bien, y yo soy el que te he hecho el mal.

18 Y tú... tú has informado hoy el bien que has hecho tocante a mí, puesto que Jehová me entregó en tu mano y no me mataste.

19 Ahora bien, en caso de que un hombre halle a su enemigo, ¿lo enviará por un buen camino? De modo que Jehová mismo te recompensará con bien, debido a que este día tú me lo has hecho a mí.

20 Y ahora, ¡mira!, bien sé yo que tú, sin falta, reinarás, y que en tu mano el reino de Israel ciertamente perdurará.

21 Así es que ahora júrame por Jehová que no cortarás a mi descendencia después de mí y que no aniquilarás mi nombre de la casa de mi padre”.

22 Por consiguiente, David le juró a Saúl, después de lo cual Saúl se fue a su casa. En cuanto a David y sus hombres, ellos subieron al lugar de difícil acceso.