< Anterior |
Siguiente > |
1 Joram hijo de Acab comenzó a reinar en Samaria sobre Israel el año dieciocho de Josafat rey de Judá; y reinó doce años.
2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como su padre y su madre; porque quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho.
3 Pero se entregó a los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos.
4 Entonces Mesa rey de Moab era propietario de ganados, y pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones.
5 Pero muerto Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel.
6 Salió entonces de Samaria el rey Joram, y pasó revista a todo Israel.
7 Y fue y envió a decir a Josafat rey de Judá: El rey de Moab se ha rebelado contra mí: ¿irás tú conmigo a la guerra contra Moab? Y él respondió: Iré, porque yo soy como tú; mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como los tuyos.
8 Y dijo: ¿Por qué camino iremos? Y él respondió: Por el camino del desierto de Edom.
9 Salieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá, y el rey de Edom; y como anduvieron rodeando por el desierto siete días de camino, les faltó agua para el ejército, y para las bestias que los seguían.
10 Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! que ha llamado Jehová a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.
11 Mas Josafat dijo: ¿No hay aquí profeta de Jehová, para que consultemos a Jehová por medio de él? Y uno de los siervos del rey de Israel respondió y dijo: Aquí está Eliseo hijo de Safat, que servía a Elías.
12 Y Josafat dijo: Este tendrá palabra de Jehová. Y descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Edom.
13 Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondió: No; porque Jehová ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.
14 Y Eliseo dijo: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti, ni te viera.
15 Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo,
16 quien dijo: Así ha dicho Jehová: Haced en este valle muchos estanques.
17 Porque Jehová ha dicho así: No veréis viento, ni veréis lluvia; pero este valle será lleno de agua, y beberéis vosotros, y vuestras bestias y vuestros ganados.
18 Y esto es cosa ligera en los ojos de Jehová; entregará también a los moabitas en vuestras manos.
19 Y destruiréis toda ciudad fortificada y toda villa hermosa, y talaréis todo buen árbol, cegaréis todas las fuentes de aguas, y destruiréis con piedras toda tierra fértil.
20 Aconteció, pues, que por la mañana, cuando se ofrece el sacrificio, he aquí vinieron aguas por el camino de Edom, y la tierra se llenó de aguas.
21 Cuanto todos los de Moab oyeron que los reyes subían a pelear contra ellos, se juntaron desde los que apenas podían ceñir armadura en adelante, y se pusieron en la frontera.
22 Cuando se levantaron por la mañana, y brilló el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre;
23 y dijeron: ¡Esto es sangre de espada! Los reyes se han vuelto uno contra otro, y cada uno ha dado muerte a su compañero. Ahora, pues, ¡Moab, al botín!
24 Pero cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y atacaron a los de Moab, los cuales huyeron de delante de ellos; pero los persiguieron matando a los de Moab.
25 Y asolaron las ciudades, y en todas las tierras fértiles echó cada uno su piedra, y las llenaron; cegaron también todas las fuentes de las aguas, y derribaron todos los buenos árboles; hasta que en Kir-hareset solamente dejaron piedras, porque los honderos la rodearon y la destruyeron.
26 Y cuando el rey de Moab vio que era vencido en la batalla, tomó consigo setecientos hombres que manejaban espada, para atacar al rey de Edom; mas no pudieron.
27 Entonces arrebató a su primogénito que había de reinar en su lugar, y lo sacrificó en holocausto sobre el muro. Y hubo grande enojo contra Israel; y se apartaron de él, y se volvieron a su tierra.
1 En cuanto a Jehoram hijo de Acab, él llegó a ser rey sobre Israel en Samaria en el año dieciocho de Jehosafat el rey de Judá, y continuó reinando por doce años.
2 Y siguió haciendo lo que era malo a los ojos de Jehová, aunque no como su padre o como su madre, pues quitó la columna sagrada de Baal que su padre había hecho.
3 Solo que se adhirió a los pecados de Jeroboán hijo de Nebat, con que este hizo pecar a Israel. No se apartó de ellos.
4 En cuanto a Mesá el rey de Moab, se hizo ganadero de ovejas, y pagó al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros sin esquilar.
5 Y aconteció que, tan pronto como murió Acab, el rey de Moab empezó a sublevarse contra el rey de Israel.
6 Por consiguiente, el rey Jehoram salió de Samaria en aquel día y reunió con fines militares a todo Israel.
7 Fue más adelante y ahora envió a decir a Jehosafat el rey de Judá: “El rey de Moab mismo se ha sublevado contra mí. ¿Quieres ir conmigo a Moab en guerra?”. A esto él dijo: “Iré. Yo soy lo mismo que tú; mi pueblo es lo mismo que tu pueblo; mis caballos son lo mismo que tus caballos”.
8 Y pasó a decir: “¿Precisamente por qué camino subiremos?”. De modo que él dijo: “Por el camino del desierto de Edom”.
9 Y el rey de Israel y el rey de Judá y el rey de Edom procedieron a ir, y siguieron yendo por su camino alrededor por siete días, y resultó que no había agua para el campamento ni para los animales domésticos que seguían sus pasos.
10 Por fin el rey de Israel dijo: “¡Qué desdicha que Jehová haya llamado a estos tres reyes para darlos en la mano de Moab!”.
11 A lo que dijo Jehosafat: “¿No hay aquí un profeta de Jehová? Entonces inquiramos de Jehová por medio de él”. Por lo tanto, uno de los siervos del rey de Israel contestó y dijo: “Está aquí Eliseo hijo de Safat, que derramaba agua sobre las manos de Elías”.
12 Entonces dijo Jehosafat: “La palabra de Jehová existe con él”. Por lo tanto, el rey de Israel y Jehosafat y el rey de Edom bajaron a él.
13 Y Eliseo procedió a decir al rey de Israel: “¿Qué tengo yo que ver contigo? Ve a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre”. Pero el rey de Israel le dijo: “No, porque Jehová ha llamado a estos tres reyes para darlos en la mano de Moab”.
14 A esto Eliseo dijo: “Tan ciertamente como que vive Jehová de los ejércitos, delante de quien en efecto estoy de pie, si no fuera que le tengo consideración al rostro de Jehosafat el rey de Judá, no te miraría ni te vería.
15 Y ahora tráiganme un tañedor de instrumento de cuerdas”. Y sucedió que, tan pronto como el tañedor de instrumento de cuerdas tocó, la mano de Jehová vino a estar sobre él.
16 Y él pasó a decir: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Que haya un hacer que este valle torrencial esté lleno de zanjas;
17 porque esto es lo que ha dicho Jehová: “No verán ustedes un viento, y no verán un aguacero; no obstante, ese valle torrencial se llenará de agua, y ustedes ciertamente beberán [de ella], ustedes y su ganado y sus animales domésticos”’.
18 Y esto verdaderamente será cosa insignificante a los ojos de Jehová, y él ciertamente dará a Moab en su mano.
19 Y tendrán que derribar toda ciudad fortificada y toda ciudad selecta; y todo árbol bueno lo deben talar, y todos los manantiales de agua los deben cegar, y toda buena porción de terreno la deben echar a perder con piedras”.
20 Y por la mañana, al tiempo en que asciende la ofrenda de grano, aconteció que, ¡mire!, venía agua de la dirección de Edom, y la tierra quedó llena del agua.
21 En cuanto a todos los moabitas, ellos oyeron que los reyes habían subido para pelear contra ellos. Por lo tanto convocaron [hombres] de cuantos ceñían cinto en adelante, y empezaron a plantarse en el límite.
22 Cuando se levantaron muy de mañana, el sol mismo fulguró sobre el agua, de manera que los moabitas desde el lado opuesto vieron el agua roja como sangre.
23 Y empezaron a decir: “¡Esto es sangre! Indisputablemente los reyes han sido dados a la espada, y fueron derribándose unos a otros. Así es que ahora, ¡al despojo, oh Moab!”.
24 Cuando entraron en el campamento de Israel, los israelitas se levantaron inmediatamente y empezaron a derribar a los moabitas, de modo que estos se pusieron a huir de delante de ellos. Así entraron en Moab, derribando a los moabitas al entrar.
25 Y fueron echando abajo las ciudades, y, en cuanto a toda buena porción de terreno, arrojaban cada cual su piedra y realmente la llenaban; y todo manantial de agua lo cegaban, y todo árbol bueno lo talaban, hasta que solo dejaron permanecer en ella las piedras de Quir-haréset; y los honderos empezaron a ir alrededor de ella y a derribarla.
26 Cuando el rey de Moab vio que la batalla había resultado demasiado fuerte para él, en seguida tomó consigo setecientos hombres que desenvainaban espada, para abrirse paso hacia el rey de Edom; pero no pudieron hacerlo.
27 Por fin él tomó a su hijo primogénito, que había de reinar en lugar de él, y lo ofreció como sacrificio quemado sobre el muro. Y llegó a haber gran indignación contra Israel, de manera que ellos se retiraron de contra él y se volvieron a su país.