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EXODO 10 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales,

2 y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová.

3 Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

4 Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta,

5 la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo.

6 Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón.

7 Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?

8 Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?

9 Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová.

10 Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro!

11 No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón.

12 Entonces Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó.

13 Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta.

14 Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después;

15 y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.

16 Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros.

17 Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal.

18 Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová.

19 Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto.

20 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.

21 Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe.

22 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días.

23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.

24 Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros.

25 Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios.

26 Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá.

27 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir.

28 Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás.

29 Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.

  X


1 Entonces Jehová dijo a Moisés: “Entra a donde Faraón, porque yo... yo he dejado que se hagan insensibles su corazón y el corazón de sus siervos, a fin de poner estas señales mías justamente delante de él,

2 y a fin de que declares a oídos de tu hijo y del hijo de tu hijo cuán severamente he tratado con Egipto, y mis señales que he establecido entre ellos; y ciertamente sabrán ustedes que yo soy Jehová”.

3 De modo que Moisés y Aarón entraron a donde Faraón y le dijeron: “Esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de los hebreos: ‘¿Hasta cuándo tienes que rehusar someterte a mí? Envía a mi pueblo para que me sirva.

4 Pues si continúas rehusando enviar a mi pueblo, ¡mira!, voy a traer dentro de tus límites, mañana, langostas.

5 Y estas realmente cubrirán la superficie visible de la tierra y no será posible ver la tierra; y simplemente se comerán lo restante de lo que ha escapado, lo que les fue dejado a ustedes por el granizo, y ciertamente comerán del campo todo árbol de ustedes que esté brotando.

6 Y tus casas y las casas de todos tus siervos y las casas de todo Egipto se llenarán a tal grado como no lo han visto tus padres ni los padres de tus padres desde el día en que existieron sobre el suelo hasta el día de hoy’”. Con eso, se volvió y salió de donde Faraón.

7 Después de eso los siervos de Faraón le dijeron: “¿Hasta cuándo resultará este hombre como un lazo para nosotros? Envía a los hombres para que sirvan a Jehová su Dios. ¿No sabes todavía que Egipto ha perecido?”.

8 De modo que se hizo que Moisés y Aarón volvieran a Faraón, y él les dijo: “Vayan, sirvan a Jehová su Dios. ¿Quiénes en particular son los que van a ir?”.

9 Entonces dijo Moisés: “Con nuestros jóvenes y con nuestros viejos iremos. Con nuestros hijos y con nuestras hijas, con nuestras ovejas y con nuestro ganado vacuno iremos, porque tenemos una fiesta para Jehová”.

10 A su vez él les dijo: “¡Resulte así, que Jehová esté con ustedes cuando yo los envíe a ustedes y a sus pequeñuelos! Miren, al contrario, algo malo es la intención de ustedes.

11 ¡No sea así! Vayan, por favor, ustedes los que son hombres físicamente capacitados, y sirvan a Jehová, porque eso es lo que están tratando de conseguir”. Con eso fueron expulsados de delante de Faraón.

12 Jehová ahora dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para las langostas, para que suban sobre la tierra de Egipto y se coman toda la vegetación de la tierra, todo lo que el granizo ha dejado que quede”.

13 En seguida extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová hizo que un viento del este soplara sobre el país todo aquel día y toda la noche. Llegó la mañana y el viento del este trajo las langostas.

14 Y empezaron las langostas a subir sobre toda la tierra de Egipto y a posarse sobre todo el territorio de Egipto. Fueron sumamente gravosas. Antes de ellas nunca se habían presentado de esta manera langostas semejantes, y nunca se presentarán otras de esta manera después de ellas.

15 Y fueron cubriendo la superficie visible de todo el país, y el país se oscureció; y siguieron comiéndose toda la vegetación del país y todo el fruto de los árboles que el granizo había dejado; y no quedó nada verde en los árboles ni en la vegetación del campo en toda la tierra de Egipto.

16 De modo que Faraón, apresuradamente, llamó a Moisés y Aarón y dijo: “He pecado contra Jehová su Dios y contra ustedes.

17 Y ahora perdonen, por favor, mi pecado sólo esta vez y rueguen a Jehová su Dios para que aparte de sobre mí tan solo esta plaga mortífera”.

18 De modo que él salió de donde Faraón y rogó a Jehová.

19 Entonces Jehová hizo un cambio a un viento muy fuerte del oeste, y este se llevó las langostas y las precipitó en el mar Rojo. No se dejó que quedara ni una sola langosta en todo el territorio de Egipto.

20 No obstante, Jehová dejó que el corazón de Faraón se hiciera obstinado, y él no envió a los hijos de Israel.

21 Entonces Jehová dijo a Moisés: “Extiende tu mano hacia los cielos, para que ocurra oscuridad sobre la tierra de Egipto, y la oscuridad pueda palparse”.

22 Inmediatamente extendió Moisés su mano hacia los cielos, y empezó a acaecer una oscuridad tenebrosa en toda la tierra de Egipto por tres días.

23 No se vieron unos a otros, y ninguno de ellos se levantó de su propio lugar por tres días; pero para todos los hijos de Israel resultó que hubo luz en sus moradas.

24 Después de eso llamó Faraón a Moisés y dijo: “Vayan, sirvan a Jehová. Solo sus ovejas y su ganado vacuno serán detenidos. Sus pequeñuelos también pueden ir con ustedes”.

25 Pero dijo Moisés: “Tú mismo también darás en nuestras manos sacrificios y ofrendas quemadas, puesto que tenemos que ofrecerlos a Jehová nuestro Dios.

26 Y nuestro ganado también irá con nosotros. No se dejará que quede ni una sola pezuña, porque de ellos tomaremos algunos para adorar a Jehová nuestro Dios, y nosotros mismos no sabemos qué ofreceremos en adoración a Jehová hasta que lleguemos allá”.

27 Con eso, Jehová dejó que el corazón de Faraón se hiciera obstinado, y él no consintió en enviarlos.

28 De modo que Faraón le dijo: “¡Vete de mí! ¡Cuídate! No trates de volver a ver mi rostro, porque en el día que veas mi rostro morirás”.

29 A lo cual dijo Moisés: “De esa manera has hablado. Ya no trataré de ver tu rostro”.