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La Palabra de Dios preservada y viva

NUMEROS 22 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Partieron los hijos de Israel, y acamparon en los campos de Moab junto al Jordán, frente a Jericó.

2 Y vio Balac hijo de Zipor todo lo que Israel había hecho al amorreo.

3 Y Moab tuvo gran temor a causa del pueblo, porque era mucho; y se angustió Moab a causa de los hijos de Israel.

4 Y dijo Moab a los ancianos de Madián: Ahora lamerá esta gente todos nuestros contornos, como lame el buey la grama del campo. Y Balac hijo de Zipor era entonces rey de Moab.

5 Por tanto, envió mensajeros a Balaam hijo de Beor, en Petor, que está junto al río en la tierra de los hijos de su pueblo, para que lo llamasen, diciendo: Un pueblo ha salido de Egipto, y he aquí cubre la faz de la tierra, y habita delante de mí.

6 Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito.

7 Fueron los ancianos de Moab y los ancianos de Madián con las dádivas de adivinación en su mano, y llegaron a Balaam y le dijeron las palabras de Balac.

8 El les dijo: Reposad aquí esta noche, y yo os daré respuesta según Jehová me hablare. Así los príncipes de Moab se quedaron con Balaam.

9 Y vino Dios a Balaam, y le dijo: ¿Qué varones son estos que están contigo?

10 Y Balaam respondió a Dios: Balac hijo de Zipor, rey de Moab, ha enviado a decirme:

11 He aquí, este pueblo que ha salido de Egipto cubre la faz de la tierra; ven pues, ahora, y maldícemelo; quizá podré pelear contra él y echarlo.

12 Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es.

13 Así Balaam se levantó por la mañana y dijo a los príncipes de Balac: Volveos a vuestra tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros.

14 Y los príncipes de Moab se levantaron, y vinieron a Balac y dijeron: Balaam no quiso venir con nosotros.

15 Volvió Balac a enviar otra vez más príncipes, y más honorables que los otros;

16 los cuales vinieron a Balaam, y le dijeron: Así dice Balac, hijo de Zipor: Te ruego que no dejes de venir a mí;

17 porque sin duda te honraré mucho, y haré todo lo que me digas; ven, pues, ahora, maldíceme a este pueblo.

18 Y Balaam respondió y dijo a los siervos de Balac: Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra de Jehová mi Dios para hacer cosa chica ni grande.

19 Os ruego, por tanto, ahora, que reposéis aquí esta noche, para que yo sepa qué me vuelve a decir Jehová.

20 Y vino Dios a Balaam de noche, y le dijo: Si vinieron para llamarte estos hombres, levántate y vete con ellos; pero harás lo que yo te diga.

21 Así Balaam se levantó por la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab.

22 Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados suyos.

23 Y el asna vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada desnuda en su mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo. Entonces azotó Balaam al asna para hacerla volver al camino.

24 Pero el ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía pared a un lado y pared al otro.

25 Y viendo el asna al ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó contra la pared el pie de Balaam; y él volvió a azotarla.

26 Y el ángel de Jehová pasó más allá, y se puso en una angostura donde no había camino para apartarse ni a derecha ni a izquierda.

27 Y viendo el asna al ángel de Jehová, se echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y azotó al asna con un palo.

28 Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces?

29 Y Balaam respondió al asna: Porque te has burlado de mí. ¡Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría!

30 Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado hacerlo así contigo? Y él respondió: No.

31 Entonces Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel de Jehová que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro.

32 Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí.

33 El asna me ha visto, y se ha apartado luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva.

34 Entonces Balaam dijo al ángel de Jehová: He pecado, porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el camino; mas ahora, si te parece mal, yo me volveré.

35 Y el ángel de Jehová dijo a Balaam: Ve con esos hombres; pero la palabra que yo te diga, esa hablarás. Así Balaam fue con los príncipes de Balac.

36 Oyendo Balac que Balaam venía, salió a recibirlo a la ciudad de Moab, que está junto al límite de Arnón, que está al extremo de su territorio.

37 Y Balac dijo a Balaam: ¿No envié yo a llamarte? ¿Por qué no has venido a mí? ¿No puedo yo honrarte?

38 Balaam respondió a Balac: He aquí yo he venido a ti; mas ¿podré ahora hablar alguna cosa? La palabra que Dios pusiere en mi boca, esa hablaré.

39 Y fue Balaam con Balac, y vinieron a Quiriat-huzot.

40 Y Balac hizo matar bueyes y ovejas, y envió a Balaam, y a los príncipes que estaban con él.

41 El día siguiente, Balac tomó a Balaam y lo hizo subir a Bamot-baal, y desde allí vio a los más cercanos del pueblo.

  X


1 Entonces los hijos de Israel partieron y acamparon en las llanuras desérticas de Moab, al otro lado del Jordán desde Jericó.

2 Y Balac hijo de Zipor llegó a ver todo lo que Israel había hecho a los amorreos.

3 Y Moab se atemorizó mucho del pueblo, porque era numeroso; y Moab empezó a sentir un pavor morboso a causa de los hijos de Israel.

4 Y Moab procedió a decir a los ancianos de Madián: “Ahora esta congregación lamerá todos nuestros alrededores como el toro que lame el producto verde del campo”. Y Balac hijo de Zipor era rey de Moab en aquel tiempo en particular.

5 Entonces él envió mensajeros a Balaam hijo de Beor en Petor, que está junto al Río de la tierra de los hijos de su pueblo, para llamarlo, diciendo: “¡Mira! Un pueblo ha salido de Egipto. ¡Mira! Han cubierto la tierra hasta donde se alcanza a ver, y están morando directamente enfrente de mí.

6 Y ahora dígnate venir, por favor; de veras maldíceme a este pueblo, porque es más poderoso que yo. Quizás pueda herirlo y pueda expulsarlo del país; porque bien sé yo que aquel a quien tú bendices es bendito y aquel a quien tú maldices es maldito”.

7 De modo que los ancianos de Moab y los ancianos de Madián viajaron con los pagos por adivinación en las manos y fueron a Balaam y le hablaron las palabras de Balac.

8 Ante esto, él les dijo: “Alójense aquí esta noche, y ciertamente les devolveré palabra tal como Jehová me hable”. Por consiguiente, los príncipes de Moab se quedaron con Balaam.

9 Entonces Dios vino a Balaam y dijo: “¿Quiénes son estos hombres que están contigo?”.

10 De modo que Balaam dijo al Dios [verdadero]: “Balac hijo de Zipor, rey de Moab, ha enviado a mí, diciendo:

11 ‘¡Mira! El pueblo que está saliendo de Egipto, y va cubriendo la tierra hasta donde alcanza a ver el ojo. Ahora, dígnate venir; sí, exécramelo. Quizás pueda pelear contra ellos y realmente los expulse’”.

12 Pero Dios dijo a Balaam: “No debes ir con ellos. No debes maldecir al pueblo, porque son benditos”.

13 Después de eso, Balaam se levantó por la mañana y dijo a los príncipes de Balac: “Vayan a su país, porque Jehová ha rehusado dejarme ir con ustedes”.

14 De modo que los príncipes de Moab se levantaron y fueron a Balac y dijeron: “Balaam ha rehusado venir con nosotros”.

15 Sin embargo, Balac volvió a enviar otros príncipes, en mayor número y más honorables que aquellos.

16 A su vez, estos llegaron a Balaam y le dijeron: “Esto es lo que ha dicho Balac hijo de Zipor: ‘No te detengas, por favor, de venir a mí.

17 Porque sin falta te honraré en gran manera, y todo cuanto me digas lo haré. Así es que dígnate venir, por favor. De veras exécrame a este pueblo’”.

18 Pero Balaam contestó y dijo a los siervos de Balac: “Aunque Balac me diera su casa llena de plata y oro, yo no podría pasar más allá de la orden de Jehová mi Dios, para hacer cosa pequeña o grande.

19 Y ahora ustedes también dígnense permanecer aquí esta noche, por favor, para que yo sepa qué más hablará Jehová conmigo”.

20 Entonces Dios vino a Balaam de noche y le dijo: “Si es para llamarte que han venido los hombres, levántate, ve con ellos. Pero solo la palabra que yo te hable es lo que podrás hablar”.

21 Después de eso, Balaam se levantó por la mañana y aparejó su asna y se fue con los príncipes de Moab.

22 Y la cólera de Dios empezó a encenderse porque él iba; y el ángel de Jehová procedió a apostarse en el camino para oponerle resistencia. Y él iba montado sobre su asna, y dos servidores suyos estaban con él.

23 Y el asna llegó a ver al ángel de Jehová apostado en el camino con su espada desenvainada en la mano; y el asna trató de desviarse del camino para entrar en el campo, pero Balaam se puso a golpear al asna para volverla al camino.

24 Y el ángel de Jehová seguía parado en la senda angosta entre las viñas, con un muro de piedra por este lado y un muro de piedra por aquel lado.

25 Y el asna siguió viendo al ángel de Jehová y empezó a apretarse contra el muro y, así, a apretar el pie de Balaam contra el muro; y él se puso a golpearla más.

26 El ángel de Jehová entonces volvió a pasar y se paró en un lugar angosto, donde no había modo de desviarse a la derecha ni a la izquierda.

27 Cuando el asna llegó a ver al ángel de Jehová, entonces se echó debajo de Balaam; de modo que la cólera de Balaam se encendió, y él siguió golpeando al asna con su bastón.

28 Por fin Jehová abrió la boca al asna y ella dijo a Balaam: “¿Qué te he hecho para que me hayas golpeado estas tres veces?”.

29 Ante esto, Balaam dijo al asna: “Es porque me has tratado despiadadamente. ¡Si siquiera hubiera una espada en mi mano, porque ahora mismo te habría matado!”.

30 Entonces el asna dijo a Balaam: “¿No soy yo tu asna sobre la cual has montado toda tu vida hasta el día de hoy? ¿He acostumbrado yo jamás hacerte de esta manera?”. A lo cual él dijo: “¡No!”.

31 Y Jehová procedió a destaparle los ojos a Balaam, de modo que vio al ángel de Jehová apostado en el camino con su espada desenvainada en la mano. En seguida él se inclinó y se postró sobre su rostro.

32 Entonces el ángel de Jehová le dijo: “¿Por qué has golpeado a tu asna estas tres veces? ¡Mira! Yo... yo he salido para oponer resistencia, porque tu camino ha sido temerario contra mi voluntad.

33 Y el asna llegó a verme y trató de desviarse de delante de mí estas tres veces. ¡Supónte que no se hubiera desviado de delante de mí! Pues para ahora a ti mismo te hubiera matado, pero a ella la habría conservado viva”.

34 Ante esto, Balaam dijo al ángel de Jehová: “He pecado, porque no sabía que estabas apostado en el camino para encontrarte conmigo. Y ahora, si es malo a tus ojos, déjame volver por mi camino”.

35 Pero el ángel de Jehová dijo a Balaam: “Ve con los hombres; y nada salvo la palabra que yo te hable es lo que podrás hablar”. Y Balaam continuó yendo con los príncipes de Balac.

36 Cuando Balac llegó a oír que Balaam había venido, en seguida salió a su encuentro a la ciudad de Moab, que está en la margen del Arnón, que se halla en la extremidad del territorio.

37 Entonces Balac dijo a Balaam: “¿No es un hecho, positivamente, que yo he enviado a llamarte? ¿Por qué no viniste a mí? ¿No puedo yo real y verdaderamente honrarte?”.

38 Ante esto, Balaam dijo a Balac: “Mira que he venido a ti ahora. ¿Podré yo acaso hablar algo? La palabra que Dios ponga en mi boca es lo que hablaré”.

39 De modo que Balaam fue con Balac, y llegaron a Quiryat-huzot.

40 Y Balac procedió a sacrificar ganado vacuno y ovejas y a enviar parte a Balaam y a los príncipes que estaban con él.

41 Y por la mañana aconteció que Balac fue llevando a Balaam y haciéndolo subir a Bamot-baal, para que viera desde allí a todo el pueblo.