1 ¡Ay, Ariel, Ariel, ciudad donde acampó David!
2 Pero a Ariel la sitiaré; habrá llanto y lamento,
3 Acamparé contra ti, y te rodearé; te cercaré con empalizadas,
4 Humillada, desde el suelo elevarás tu voz; tu palabra apenas se levantará del polvo.
5 Pero la multitud de tus enemigos quedará hecha polvo fino,
6 vendrá contra ti el Señor Todopoderoso; vendrá con truenos, terremotos
7 La multitud de todas las naciones que batallan contra Ariel,
8 Como el hambriento que sueña que está comiendo, pero despierta y aún tiene hambre;
9 Pierdan el juicio, quédense pasmados, pierdan la vista, quédense ciegos;
10 El Señor ha derramado sobre ustedes un espíritu de profundo sueño;
11 Para ustedes, toda esta visión no es otra cosa que palabras en un rollo de pergamino sellado. Si le dan el rollo a alguien que sepa leer, y le dicen: «Lea esto, por favor», este responderá: «No puedo hacerlo; está sellado».
12 Y, si le dan el rollo a alguien que no sepa leer, y le dicen: «Lea esto, por favor», este responderá: «No sé leer».
13 El Señor dice: «Este pueblo me alaba con la boca
14 Por eso, una vez más asombraré a este pueblo con prodigios maravillosos;
15 ¡Ay de los que, para esconder sus planes, se ocultan del Señor en las profundidades;
16 ¡Qué manera de falsear las cosas! ¿Acaso el alfarero es igual al barro?
17 Muy pronto el Líbano se convertirá en campo fértil,
18 En aquel día podrán los sordos oír la lectura del rollo,
19 Los pobres volverán a alegrarse en el Señor, los más necesitados se regocijarán en el Santo de Israel.
20 Se desvanecerán los despiadados, desaparecerán los insolentes,
21 los que con una palabra hacen culpable a una persona, los que en el tribunal ponen trampas al defensor
22 Por eso, el Señor, el redentor de Abraham, dice así a los descendientes de Jacob: «Jacob ya no será avergonzado,
23 Cuando él vea a sus hijos, y la obra de mis manos en medio de él,
24 Los de espíritu extraviado recibirán entendimiento; y los murmuradores aceptarán ser instruidos».