1 Así dice el Señor: «El cielo es mi trono,
2 Fue mi mano la que hizo todas estas cosas; fue así como llegaron a existir
3 Pero los que sacrifican toros son como los que matan hombres;
4 Pues yo también escogeré aflicciones para ellos y enviaré sobre ellos lo que tanto temen.
5 ¡Escuchen la palabra del Señor, ustedes que tiemblan ante su palabra!:
6 Una voz resuena desde la ciudad, una voz surge del templo:
7 »Antes de estar con dolores de parto, Jerusalén tuvo un hijo;
8 ¿Quién ha oído cosa semejante? ¿Quién ha visto jamás cosa igual?
9 ¿Podría yo abrir la matriz, y no provocar el parto?
10 Mas alégrense con Jerusalén, y regocíjense por ella, todos los que la aman;
11 Porque ustedes serán amamantados y saciados, y hallarán consuelo en sus pechos;
12 Porque así dice el Señor: «Hacia ella extenderé la paz como un torrente,
13 Como madre que consuela a su hijo, así yo los consolaré a ustedes;
14 Cuando ustedes vean esto, se regocijará su corazón,
15 ¡Ya viene el Señor con fuego! ¡Sus carros de combate son como un torbellino!
16 Con fuego y con espada juzgará el Señor a todo mortal.
17 «Juntos perecerán los que se santifican y se purifican para entrar en los jardines, siguiendo a uno que va al frente, y los que comen carne de cerdo, ratas y otras cosas abominables —afirma el Señor—.
18 »Yo, por causa de sus acciones y sus ideas, estoy a punto de reunir a gente de toda nación y lengua; vendrán y verán mi gloria.
19 »Les daré una señal, y a algunos de sus sobrevivientes los enviaré a las naciones: a Tarsis, Pul, Lidia (famosa por sus arqueros), Tubal y Grecia, y a las costas lejanas que no han oído hablar de mi fama ni han visto mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria entre las naciones.
20 Y a todos los hermanos que ustedes tienen entre las naciones los traerán a mi monte santo en Jerusalén, como una ofrenda al Señor; los traerán en caballos, en carros de combate y en literas, y en mulas y camellos —dice el Señor—. Los traerán como traen los israelitas, en recipientes limpios, sus ofrendas de grano al templo del Señor.
21 Y de ellos escogeré también a algunos, para que sean sacerdotes y levitas —dice el Señor—.
22 »Porque así como perdurarán en mi presencia el cielo nuevo y la tierra nueva que yo haré, así también perdurarán el nombre y los descendientes de ustedes —afirma el Señor—.
23 Sucederá que de una luna nueva a otra, y de un sábado a otro, toda la humanidad vendrá a postrarse ante mí —dice el Señor—.
24 Entonces saldrán y contemplarán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí. »Porque no morirá el gusano que los devora,