1 Escuchen, israelitas, la palabra del Señor,
2 Cunden, más bien, el perjurio y la mentira. Abundan el robo, el adulterio y el asesinato.
3 Por tanto, se resecará la tierra, y desfallecerán todos sus habitantes.
4 »¡Que nadie acuse ni reprenda a nadie! ¡Tu pueblo parece acusar al sacerdote!
5 Tropiezas de día y de noche, y los profetas tropiezan contigo;
6 pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido.
7 Mientras más aumentaban los sacerdotes, más pecaban contra mí;
8 El pecado de mi pueblo es su comida; se regodean en su perversidad.
9 ¡De tal pueblo, tal sacerdote! ¡Por eso les pediré cuentas de su conducta
10 »Comerán, pero no quedarán satisfechos; se prostituirán, pero no se saciarán;
11 a la prostitución y al vino, ¡al mosto que hace perder la razón!
12 Mi pueblo consulta a su ídolo de madera, y ese pedazo de palo le responde;
13 En la cumbre de montes y colinas queman ofrendas y ofrecen sacrificios,
14 Pero no las castigaré por sus prostituciones y adulterios,
15 »Si tú, Israel, te prostituyes, ¡que no resulte culpable Judá!
16 Israel es tan indómito como una novilla. ¿Cómo podrá el Señor pastorearlos
17 Efraín se ha aliado con las imágenes; ¡pues que se quede con ellas!
18 Cuando ya no tienen licor, se entregan de lleno a la prostitución,
19 ¡Por eso un torbellino los arrastrará, y quedarán avergonzados por sus sacrificios!