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PROVERBIOS 5 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Hijo mío, está atento a mi sabiduría, Y a mi inteligencia inclina tu oído,

2 Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia.

3 Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;

4 Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como espada de dos filos.

5 Sus pies descienden a la muerte; Sus pasos conducen al Seol.

6 Sus caminos son inestables; no los conocerás, Si no considerares el camino de vida.

7 Ahora pues, hijos, oídme, Y no os apartéis de las razones de mi boca.

8 Aleja de ella tu camino, Y no te acerques a la puerta de su casa;

9 Para que no des a los extraños tu honor, Y tus años al cruel;

10 No sea que extraños se sacien de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño;

11 Y gimas al final, Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,

12 Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, Y mi corazón menospreció la reprensión;

13 No oí la voz de los que me instruían, Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

14 Casi en todo mal he estado, En medio de la sociedad y de la congregación.

15 Bebe el agua de tu misma cisterna, Y los raudales de tu propio pozo.

16 ¿Se derramarán tus fuentes por las calles, Y tus corrientes de aguas por las plazas?

17 Sean para ti solo, Y no para los extraños contigo.

18 Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud,

19 Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.

20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?

21 Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas.

22 Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y retenido será con las cuerdas de su pecado.

23 El morirá por falta de corrección, Y errará por lo inmenso de su locura.

  X


1 Hijo mío, oh de veras presta atención a mi sabiduría. A mi discernimiento inclina tus oídos,

2 para guardar las capacidades de pensar; y que tus propios labios salvaguarden el conocimiento mismo.

3 Porque como panal de miel los labios de una mujer extraña siguen goteando, y su paladar es más suave que el aceite.

4 Pero el efecto que después viene de ella es tan amargo como el ajenjo; es tan agudo como una espada de dos filos.

5 Sus pies van descendiendo a la muerte. Sus mismísimos pasos se asen del Seol mismo.

6 Ella no contempla la senda de la vida. Sus senderos trillados han ido errantes, y ella no sabe [adónde].

7 Ahora pues, oh hijos, escúchenme, y no se aparten de los dichos de mi boca.

8 Mantén tu camino alejado del lado de ella, y no te acerques a la entrada de su casa,

9 para que no des a otros tu dignidad, ni tus años a lo que es cruel;

10 para que los extraños no se satisfagan de tu poder, ni las cosas que conseguiste con dolor estén en la casa de un extranjero,

11 ni tengas que gemir en tu futuro cuando se acaben tu carne y tu organismo.

12 Y tengas que decir: “¡Cómo he odiado la disciplina, y mi corazón ha tratado con falta de respeto aun la censura!

13 Y no he escuchado la voz de mis instructores, y a mis maestros no he inclinado el oído.

14 Fácilmente he llegado a estar en toda suerte de maldad en medio de la congregación y de la asamblea”.

15 Bebe agua de tu propia cisterna, y chorrillos que salgan de en medio de tu propio pozo.

16 ¿Deben esparcirse afuera tus manantiales, [tus] corrientes de agua en las plazas públicas mismas?

17 Resulten ser para ti solo, y no para los extraños contigo.

18 Resulte bendita tu fuente de aguas, y regocíjate con la esposa de tu juventud,

19 una amable cierva y una encantadora cabra montesa. Que sus propios pechos te embriaguen a todo tiempo. Con su amor estés en un éxtasis constantemente.

20 ¿Por qué, pues, debes tú, hijo mío, estar en un éxtasis con una extraña, o abrazar el seno de una extranjera?

21 Porque los caminos del hombre están enfrente de los ojos de Jehová, y él está contemplando todos sus senderos trillados.

22 Sus propios errores atraparán al inicuo, y en las sogas de su propio pecado será asido.

23 Él será el que morirá porque no hay disciplina, y [porque] en la abundancia de su tontedad se descarría.