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2 CRONICAS 30 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Envió después Ezequías por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y a Manasés, para que viniesen a Jerusalén a la casa de Jehová para celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel.

2 Y el rey había tomado consejo con sus príncipes, y con toda la congregación en Jerusalén, para celebrar la pascua en el mes segundo:

3 Porque entonces no la podían celebrar, por cuanto no había suficientes sacerdotes santificados, ni el pueblo se había reunido en Jerusalén.

4 Esto agradó al rey y a toda la multitud.

5 Y determinaron hacer pasar pregón por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que viniesen a celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel, en Jerusalén : porque en mucho tiempo no la habían celebrado al modo que está escrito.

6 Fueron pues correos con cartas de mano del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, y decían: Hijos de Israel, volveos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, y él se volverá al remanente que ha quedado de la mano de los reyes de Asiria.

7 No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehová el Dios de sus padres, y él los entregó a desolación, como vosotros veis.

8 No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a Jehová, y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios, y el ardor de su ira se apartará de vosotros.

9 Porque si os volviereis a Jehová, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que los tienen cautivos, y volverán a esta tierra: porque Jehová vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis a él.

10 Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón: mas se reían y burlaban de ellos.

11 Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manasés, y de Zabulón, se humillaron, y vinieron a Jerusalén .

12 En Judá también estuvo la mano de Dios para darles un solo corazón para cumplir el mensaje del rey y de los príncipes, conforme a la palabra de Jehová.

13 Y se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta solemne de los panes sin levadura en el mes segundo, una vasta reunión.

14 Y levantándose, quitaron los altares que había en Jerusalén ; quitaron también todos los altares de incienso, y los echaron al torrente de Cedrón.

15 Entonces sacrificaron la pascua, a los catorce días del mes segundo; y los sacerdotes y los levitas llenos de vergüenza se santificaron, y trajeron los holocaustos a la casa de Jehová.

16 Y tomaron su lugar en los turnos de costumbre, conforme a la ley de Moisés varón de Dios; y los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas:

17 Porque había muchos en la congregación que no estaban santificados, y por eso los levitas sacrificaban la pascua por todos los que no se habían purificado, para santificarlos a Jehová.

18 Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se habían purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo: Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha prepasrado su corazón para buscar a Dios,

19 a Jehová el Dios de sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del santuario.

20 Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo.

21 Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de los panes sin levadura por siete días con grande gozo: y glorificaban a Jehová todos los días los levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos resonantes a Jehová.

22 Y habló Ezequías al corazón de todos los levitas que tenían buena inteligencia en el servicio de Jehová. Y comieron de lo sacrificado en la fiesta solemne por siete días, ofreciendo sacrificios de paz, y dando gracias a Jehová el Dios de sus padres.

23 Y toda aquella asamblea determinó que celebrasen la fiesta por otros siete días; y la celebraron otros siete días con alegría.

24 Porque Ezequías rey de Judá había dado a la asamblea mil novillos y siete mil ovejas; y también los príncipes dieron al pueblo mil novillos y diez mil ovejas: y muchos sacerdotes ya se habían santificado.

25 Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había venido de Israel; asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel, y los que habitaban en Judá.

26 Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén .

27 Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo: y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo.

  X


1 Y Ezequías procedió a enviar [mensajeros] a todo Israel y Judá, y hasta cartas escribió a Efraín y Manasés, para que vinieran a la casa de Jehová en Jerusalén para celebrar la pascua a Jehová el Dios de Israel.

2 Sin embargo, el rey y sus príncipes y toda la congregación de Jerusalén se resolvieron a celebrar la pascua en el mes segundo;

3 porque no habían podido celebrarla en aquel tiempo, puesto que, por una parte, no se habían santificado suficientes sacerdotes y, por otra parte, el pueblo no se había reunido en Jerusalén.

4 Y la cosa fue recta a los ojos del rey y a los ojos de toda la congregación.

5 Por lo tanto, se decidieron a hacer pasar el pregón por todo Israel, desde Beer-seba hasta Dan, para que vinieran a celebrar la pascua a Jehová el Dios de Israel en Jerusalén; porque no lo habían hecho como multitud conforme a lo que está escrito.

6 Por consiguiente, los correos con las cartas de la mano del rey y de sus príncipes fueron por todo Israel y Judá, aun conforme al mandamiento del rey, diciendo: “Hijos de Israel, vuélvanse a Jehová el Dios de Abrahán, Isaac e Israel, para que él se vuelva a los que quedan de ustedes como escapados de la palma de la mano de los reyes de Asiria.

7 Y no se hagan como sus antepasados y como sus hermanos que actuaron infielmente para con Jehová el Dios de los antepasados de ellos, de manera que él los constituyó en objeto de pasmo, tal como ustedes lo están viendo.

8 Ahora bien, no endurezcan su cerviz como lo hicieron sus antepasados. Den lugar a Jehová y vengan a su santuario que él ha santificado hasta tiempo indefinido, y sirvan a Jehová su Dios, para que la cólera ardiente de él se vuelva de contra ustedes.

9 Porque cuando ustedes se vuelvan a Jehová, sus hermanos y sus hijos serán objeto de misericordia delante de quienes los tengan cautivos, y se les permitirá volver a esta tierra; porque Jehová el Dios de ustedes es benévolo y misericordioso, y no apartará de ustedes el rostro si se vuelven a él”.

10 Así que los correos siguieron adelante, pasando de ciudad en ciudad por toda la tierra de Efraín y Manasés, aun hasta Zabulón; pero continuamente se estaba hablando de ellos con mofa y se hacía escarnio de ellos.

11 Solamente individuos de Aser y Manasés y Zabulón se humillaron de manera que vinieron a Jerusalén.

12 La mano del Dios [verdadero] resultó estar también en Judá para darles un solo corazón para que ejecutaran el mandamiento del rey y de los príncipes en el asunto de Jehová.

13 Y procedieron a reunirse en Jerusalén, un pueblo numeroso, para celebrar en el mes segundo la fiesta de las tortas no fermentadas, una congregación sumamente grande.

14 Entonces se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén, y todos los altares de incienso los quitaron y luego [los] arrojaron en el valle torrencial de Cedrón.

15 Después degollaron la víctima pascual el [día] catorce del mes segundo; y los sacerdotes y los levitas mismos habían sido humillados, de modo que se santificaron y trajeron ofrendas quemadas a la casa de Jehová.

16 Y se mantuvieron de pie en su lugar conforme a su regla, conforme a la ley de Moisés el hombre del Dios [verdadero], [y] los sacerdotes rociaban la sangre recibida de la mano de los levitas.

17 Porque en la congregación hubo muchos que no se habían santificado; y los levitas estaban encargados de degollar las víctimas pascuales para todos los que no estaban limpios, para santificarlos a Jehová.

18 Porque hubo un gran número de la gente, muchos de Efraín y Manasés, Isacar y Zabulón, que no se habían limpiado, pues no comieron la pascua conforme a lo que está escrito; pero Ezequías oró por ellos, diciendo: “Que el buen Jehová mismo le tenga consideración a

19 cada uno que ha preparado su corazón para buscar al Dios [verdadero], Jehová, el Dios de sus antepasados, aunque esté sin la purificación para lo que es santo”.

20 Por consiguiente, Jehová escuchó a Ezequías y sanó al pueblo.

21 Así que los hijos de Israel que se hallaban en Jerusalén celebraron por siete días, con gran regocijo, la fiesta de las tortas no fermentadas; y los levitas y los sacerdotes estaban ofreciendo alabanza a Jehová día a día con instrumentos de fuerte sonido, aun a Jehová.

22 Además, Ezequías habló al corazón de todos los levitas que estaban actuando con excelente discreción para con Jehová. Y procedieron a comer por siete días la fiesta designada, sacrificando sacrificios de comunión y haciendo confesión a Jehová el Dios de sus antepasados.

23 Entonces toda la congregación se decidió a celebrarla por siete días más, y por lo tanto la celebraron por siete días con regocijo.

24 Porque Ezequías el rey de Judá mismo contribuyó para la congregación mil toros y siete mil ovejas, y los príncipes mismos contribuyeron para la congregación mil toros y diez mil ovejas; y sacerdotes en gran número siguieron santificándose.

25 Y toda la congregación de Judá, y los sacerdotes y los levitas, y toda la congregación que vino de Israel, y los residentes forasteros que vinieron de la tierra de Israel, y los que moraban en Judá continuaron regocijándose.

26 Y llegó a haber gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de Salomón hijo de David el rey de Israel no hubo ninguna como esta en Jerusalén.

27 Finalmente los sacerdotes, los levitas, se pusieron de pie y bendijeron al pueblo; y a su voz se le concedió ser oída, de manera que su oración llegó a la santa morada de él, los cielos.