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DANIEL 3 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.

2 Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.

3 Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor.

4 Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas,

5 que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado;

6 y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.

7 Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

8 Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos.

9 Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive.

10 Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro;

11 y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo.

12 Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.

13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey.

14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?

15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?

16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto.

17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.

18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.

20 Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.

21 Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.

22 Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.

23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.

25 Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.

27 Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían.

28 Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.

29 Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.

30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

  X


1 Nabucodonosor el rey hizo una imagen de oro, la altura de la cual era sesenta codos [y] la anchura de la cual era seis codos. La colocó en la llanura de Dura en el distrito jurisdiccional de Babilonia.

2 Y Nabucodonosor mismo como rey envió a reunir a los sátrapas, los prefectos y los gobernadores, los consejeros, los tesoreros, los jueces, los magistrados policíacos y todos los administradores de los distritos jurisdiccionales para que vinieran a la inauguración de la imagen que Nabucodonosor el rey había erigido.

3 Para aquel tiempo los sátrapas, los prefectos y los gobernadores, los consejeros, los tesoreros, los jueces, los magistrados policíacos y todos los administradores de los distritos jurisdiccionales se reunían para la inauguración de la imagen que Nabucodonosor el rey había erigido, y se plantaban enfrente de la imagen que Nabucodonosor había erigido.

4 Y el heraldo gritaba con fuerza: “A ustedes se les dice, oh pueblos, grupos nacionales y lenguajes,

5 que al tiempo de oír el sonido del cuerno, el caramillo, la cítara, el arpa triangular, el instrumento de cuerdas, la gaita y toda suerte de instrumentos musicales, caigan y adoren la imagen de oro que Nabucodonosor el rey ha erigido.

6 Y quienquiera que no caiga y adore, al mismo momento será arrojado en el horno ardiente de fuego”.

7 Debido a esto, al mismo tiempo que todos los pueblos oían el sonido del cuerno, el caramillo, la cítara, el arpa triangular, el instrumento de cuerdas y toda suerte de instrumentos musicales, todos los pueblos, grupos nacionales y lenguajes caían [y] adoraban la imagen de oro que Nabucodonosor el rey había erigido.

8 Debido a esto, en aquel mismo tiempo ciertos caldeos se acercaron y acusaron a los judíos.

9 Respondieron, y decían a Nabucodonosor el rey: “Oh rey, sigue viviendo aun para tiempos indefinidos.

10 Tú mismo, oh rey, pusiste el mandato de que todo hombre que oiga el sonido del cuerno, el caramillo, la cítara, el arpa triangular, el instrumento de cuerdas, y la gaita y toda suerte de instrumentos musicales, caiga y adore la imagen de oro;

11 y que quienquiera que no caiga y adore sea arrojado en el horno ardiente de fuego.

12 Existen ciertos judíos a quienes nombraste sobre la administración del distrito jurisdiccional de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abednego; estos hombres físicamente capacitados no te han prestado ninguna atención, oh rey, no sirven a tus propios dioses, y la imagen de oro que has erigido no adoran”.

13 En aquel tiempo, Nabucodonosor, en ira y furor, dijo que trajeran a Sadrac, Mesac y Abednego. Por consiguiente, llevaron a estos hombres físicamente capacitados delante del rey.

14 Nabucodonosor respondía y les decía: “¿Es realmente así, oh Sadrac, Mesac y Abednego, que no sirven a mis propios dioses, y que la imagen de oro que he erigido ustedes no adoran?

15 Ahora, si ustedes están listos de modo que cuando oigan el sonido del cuerno, el caramillo, la cítara, el arpa triangular, el instrumento de cuerdas, y la gaita y toda suerte de instrumentos musicales, caigan y adoren la imagen que he hecho, [bien]. Pero si no adoran, en ese mismo momento serán arrojados en el horno ardiente de fuego. ¿Y quién es aquel dios que pueda rescatarlos de mis manos?”.

16 Sadrac, Mesac y Abednego respondieron, y decían al rey: “Oh Nabucodonosor, respecto a esto no estamos bajo necesidad de devolverte palabra.

17 Si ha de ser, nuestro Dios a quien servimos puede rescatarnos. Del horno ardiente de fuego y de tu mano, oh rey, [nos] rescatará.

18 Pero si no, séate sabido, oh rey, que a tus dioses no servimos, y la imagen de oro que has erigido ciertamente no adoraremos”.

19 Entonces fue cuando Nabucodonosor mismo se llenó de furor, y la expresión misma de su rostro fue cambiada para con Sadrac, Mesac y Abednego. Respondía y decía que se calentara el horno siete veces más de lo que se acostumbraba calentarlo.

20 Y a ciertos hombres físicamente capacitados de energía vital que estaban en su fuerza militar dijo que ataran a Sadrac, Mesac y Abednego, para arrojar[los] en el horno ardiente de fuego.

21 Entonces fue cuando estos hombres físicamente capacitados fueron atados en sus mantos, sus prendas de vestir y sus gorros y su demás ropa, y fueron arrojados en el horno ardiente de fuego.

22 Solo porque la palabra del rey era dura y el horno había sido calentado excesivamente, estos hombres físicamente capacitados que levantaron a Sadrac, Mesac y Abednego fueron aquellos a quienes la llama de fuego mató.

23 Pero estos [otros] hombres físicamente capacitados, los tres, Sadrac, Mesac y Abednego, cayeron atados en medio del horno ardiente de fuego.

24 En aquel tiempo Nabucodonosor el rey mismo se asustó, y se levantó de prisa. Respondía y decía a sus altos funcionarios reales: “¿No fueron tres los hombres físicamente capacitados que arrojamos atados en medio del fuego?”. Ellos respondían y decían al rey: “Sí, oh rey”.

25 Él respondía y decía: “¡Miren! Contemplo a cuatro hombres físicamente capacitados que se pasean libres en medio del fuego, y no sufren daño, y la apariencia del cuarto se asemeja a un hijo de los dioses”.

26 Entonces fue cuando Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno ardiente de fuego. Respondía y decía: “¡Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan acá!”. En aquel tiempo Sadrac, Mesac y Abednego fueron saliendo de en medio del fuego.

27 Y los sátrapas, los prefectos y los gobernadores y los altos funcionarios del rey que estaban reunidos se pusieron a contemplar a estos hombres físicamente capacitados, que el fuego no había tenido poder sobre sus cuerpos, y ni un cabello de su cabeza había sido quemado ligeramente, y ni en sus mantos había habido cambio, y el olor del fuego mismo no les había venido.

28 Nabucodonosor respondía y decía: “Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, quien envió a su ángel y rescató a sus siervos que confiaron en él y que cambiaron la palabra misma del rey y entregaron sus cuerpos, porque no quisieron servir y no quisieron adorar a ningún dios en absoluto excepto a su propio Dios.

29 Y de mí una orden se emite, que cualquier pueblo, grupo nacional o lenguaje que diga cualquier cosa mala contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego sea desmembrado, y su casa sea convertida en excusado público; puesto que no existe otro dios que pueda librar como este”.

30 En aquel tiempo el rey mismo hizo que Sadrac, Mesac y Abednego prosperaran en el distrito jurisdiccional de Babilonia.