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JUECES 9 Paralela rv60
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Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)


1 Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de su madre, y habló con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo:

2 Yo os ruego que digáis en oídos de todos los de Siquem: ¿Qué os parece mejor, que os gobiernen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal, o que os gobierne un solo hombre? Acordaos que yo soy hueso vuestro, y carne vuestra.

3 Y hablaron por él los hermanos de su madre en oídos de todos los de Siquem todas estas palabras; y el corazón de ellos se inclinó a favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es.

4 Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron.

5 Y viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una misma piedra; pero quedó Jotam el hijo menor de Jerobaal, que se escondió.

6 Entonces se juntaron todos los de Siquem con toda la casa de Milo, y fueron y eligieron a Abimelec por rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.

7 Cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó y les dijo: Oídme, varones de Siquem, y así os oiga Dios.

8 Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros.

9 Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?

10 Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros.

11 Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles?

12 Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros.

13 Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?

14 Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros.

15 Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.

16 Ahora, pues, si con verdad y con integridad habéis procedido en hacer rey a Abimelec, y si habéis actuado bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis pagado conforme a la obra de sus manos

17 (porque mi padre peleó por vosotros, y expuso su vida al peligro para libraros de mano de Madián,

18 y vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de mi padre, y habéis matado a sus hijos, setenta varones sobre una misma piedra; y habéis puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec hijo de su criada, por cuanto es vuestro hermano);

19 si con verdad y con integridad habéis procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelec, y él goce de vosotros.

20 Y si no, fuego salga de Abimelec, que consuma a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de los de Siquem y de la casa de Milo, que consuma a Abimelec.

21 Y escapó Jotam y huyó, y se fue a Beer, y allí se estuvo por miedo de Abimelec su hermano.

22 Después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres años,

23 envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec;

24 para que la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, recayera sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los hombres de Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos.

25 Y los de Siquem pusieron en las cumbres de los montes asechadores que robaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino; de lo cual fue dado aviso a Abimelec.

26 Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos y se pasaron a Siquem, y los de Siquem pusieron en él su confianza.

27 Y saliendo al campo, vendimiaron sus viñedos, y pisaron la uva e hicieron fiesta; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec.

28 Y Gaal hijo de Ebed dijo: ¿Quién es Abimelec, y qué es Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal, y no es Zebul ayudante suyo? Servid a los varones de Hamor padre de Siquem; pero ¿por qué le hemos de servir a él?

29 Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mano, pues yo arrojaría luego a Abimelec, y diría a Abimelec: Aumenta tus ejércitos, y sal.

30 Cuando Zebul gobernador de la ciudad oyó las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira,

31 y envió secretamente mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí que están sublevando la ciudad contra ti.

32 Levántate, pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscadas en el campo.

33 Y por la mañana al salir el sol madruga y cae sobre la ciudad; y cuando él y el pueblo que está con él salgan contra ti, tú harás con él según se presente la ocasión.

34 Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías.

35 Y Gaal hijo de Ebed salió, y se puso a la entrada de la puerta de la ciudad; y Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, se levantaron de la emboscada.

36 Y viendo Gaal al pueblo, dijo a Zebul: He allí gente que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondió: Tú ves la sombra de los montes como si fueran hombres.

37 Volvió Gaal a hablar, y dijo: He allí gente que desciende de en medio de la tierra, y una tropa viene por el camino de la encina de los adivinos.

38 Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora tu boca con que decías: ¿Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es este el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea con él.

39 Y Gaal salió delante de los de Siquem, y peleó contra Abimelec.

40 Mas lo persiguió Abimelec, y Gaal huyó delante de él; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta.

41 Y Abimelec se quedó en Aruma; y Zebul echó fuera a Gaal y a sus hermanos, para que no morasen en Siquem.

42 Aconteció el siguiente día, que el pueblo salió al campo; y fue dado aviso a Abimelec,

43 el cual, tomando gente, la repartió en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando miró, he aquí el pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos y los atacó.

44 Porque Abimelec y la compañía que estaba con él acometieron con ímpetu, y se detuvieron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías acometieron a todos los que estaban en el campo, y los mataron.

45 Y Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, y tomó la ciudad, y mató al pueblo que en ella estaba; y asoló la ciudad, y la sembró de sal.

46 Cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza del templo del dios Berit.

47 Y fue dado aviso a Abimelec, de que estaban reunidos todos los hombres de la torre de Siquem.

48 Entonces subió Abimelec al monte de Salmón, él y toda la gente que con él estaba; y tomó Abimelec un hacha en su mano, y cortó una rama de los árboles, y levantándola se la puso sobre sus hombros, diciendo al pueblo que estaba con él: Lo que me habéis visto hacer, apresuraos a hacerlo como yo.

49 Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a la fortaleza, de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos mil hombres y mujeres.

50 Después Abimelec se fue a Tebes, y puso sitio a Tebes, y la tomó.

51 En medio de aquella ciudad había una torre fortificada, a la cual se retiraron todos los hombres y las mujeres, y todos los señores de la ciudad; y cerrando tras sí las puertas, se subieron al techo de la torre.

52 Y vino Abimelec a la torre, y combatiéndola, llegó hasta la puerta de la torre para prenderle fuego.

53 Mas una mujer dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo.

54 Entonces llamó apresuradamente a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió.

55 Y cuando los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa.

56 Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos.

57 Y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas, y vino sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.

  X


1 Con el tiempo, Abimélec hijo de Jerubaal fue a Siquem, a los hermanos de su madre, y empezó a hablarles a ellos y a toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo:

2 “Hablen, por favor, a oídos de todos los terratenientes de Siquem: ‘¿Qué es mejor para ustedes, que setenta hombres, todos los hijos de Jerubaal, gobiernen sobre ustedes, o que un solo hombre gobierne sobre ustedes? Y tienen que recordar que yo soy hueso de ustedes y carne de ustedes’”.

3 Así que los hermanos de su madre empezaron a hablar todas estas palabras acerca de él a oídos de todos los terratenientes de Siquem, de modo que el corazón de ellos se inclinó hacia Abimélec, porque decían: “Es nuestro propio hermano”.

4 Entonces le dieron setenta piezas de plata de la casa de Baal-berit, y con ellas Abimélec procedió a alquilar hombres ociosos e insolentes, para que lo acompañaran.

5 Después de eso fue a la casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los hijos de Jerubaal, setenta hombres, sobre una misma piedra, pero quedó Jotán el hijo menor de Jerubaal, porque se había escondido.

6 Posteriormente, se reunieron todos los terratenientes de Siquem y toda la casa de Miló, y fueron e hicieron que Abimélec reinara como rey, junto al árbol grande, la columna que había en Siquem.

7 Cuando se informó esto a Jotán, él fue en seguida y se puso de pie en la cima del monte Guerizim y alzó la voz y clamó y les dijo: “Escúchenme, ustedes los terratenientes de Siquem, y que Dios les escuche a ustedes:

8 ”Sucede que una vez los árboles fueron a ungir sobre sí un rey. De modo que dijeron al olivo: ‘Sé rey sobre nosotros, sí’.

9 Pero el olivo les dijo: ‘¿Tengo acaso que renunciar a mi grosura con la cual se glorifica a Dios y a los hombres, y tengo que ir a mecerme sobre los demás árboles?’.

10 Entonces dijeron los árboles a la higuera: ‘Ven tú, sé reina sobre nosotros’.

11 Pero la higuera les dijo: ‘¿Tengo acaso que renunciar a mi dulzura y a mi buen producto, y tengo que ir a mecerme sobre los demás árboles?’.

12 En seguida dijeron los árboles a la vid: ‘Ven tú, sé reina sobre nosotros’.

13 A su vez la vid les dijo: ‘¿Tengo acaso que renunciar a mi vino nuevo, que regocija a Dios y a los hombres, y tengo que ir a mecerme sobre los árboles?’.

14 Por fin todos los demás árboles dijeron al cambrón: ‘Ven tú, sé rey sobre nosotros’.

15 Ante esto, el cambrón dijo a los árboles: ‘Si es con verdad que me van a ungir por rey sobre ustedes, vengan, refúgiense bajo mi sombra. Pero si no, salga fuego del cambrón y consuma los cedros del Líbano’.

16 ”Y ahora, si es con verdad y exentos de falta que ustedes han obrado y que se pusieron a hacer rey a Abimélec, y si bondad es lo que han ejecutado para con Jerubaal y su casa, y si le han hecho según merecía lo que él hizo con sus manos,

17 cuando mi padre peleó por ustedes y anduvo arriesgando su alma para librarlos de la mano de Madián

18 —y ustedes, por su parte, se han levantado hoy contra la casa de mi padre para matar a sus hijos, setenta hombres, sobre una misma piedra, y para hacer a Abimélec, el hijo de su esclava, rey sobre los terratenientes de Siquem, simplemente porque es el propio hermano de ustedes—,

19 sí, si es con verdad y exentos de falta que han obrado ustedes para con Jerubaal y su casa este día, regocíjense a causa de Abimélec, y que él también se regocije a causa de ustedes.

20 Pero si no, salga fuego de Abimélec y consuma a los terratenientes de Siquem y a la casa de Miló, y salga fuego de los terratenientes de Siquem y de la casa de Miló y consuma a Abimélec”.

21 Entonces Jotán se puso en fuga y se fue corriendo y logró llegar a Beer, y se puso a morar allí por causa de Abimélec su hermano.

22 Y Abimélec siguió dándoselas de príncipe sobre Israel por tres años.

23 Entonces Dios dejó que se desarrollara un espíritu malo entre Abimélec y los terratenientes de Siquem, y los terratenientes de Siquem procedieron a tratar traidoramente con Abimélec,

24 para que la violencia que se hizo a los setenta hijos de Jerubaal viniera y para que él pusiera la sangre de ellos sobre Abimélec su hermano, porque los mató, y sobre los terratenientes de Siquem porque fortalecieron las manos de este para matar a sus hermanos.

25 Así que los terratenientes de Siquem le colocaron hombres en emboscada sobre las cimas de las montañas, y estos robaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino. Con el tiempo esto se le informó a Abimélec.

26 Entonces Gaal hijo de Ébed y sus hermanos vinieron y pasaron a Siquem, y los terratenientes de Siquem empezaron a confiar en él.

27 Y salieron al campo como siempre, y se ocuparon en vendimiar las uvas de sus viñas y en pisarlas y en tener un alborozo festivo, después de lo cual entraron en la casa de su dios y comieron y bebieron e invocaron el mal contra Abimélec.

28 Y Gaal hijo de Ébed pasó a decir: “¿Quién es Abimélec, y quién es Siquem para que nosotros le sirvamos? ¿No es él hijo de Jerubaal, y no es Zebul un comisionado suyo? Sirvan a los hombres de Hamor, el padre de Siquem, los demás de ustedes, ¿pero por qué debemos nosotros mismos servirle?

29 ¡Y si solo estuviera este pueblo en mi mano! Entonces quitaría yo a Abimélec”. Y pasó a decir a Abimélec: “Haz numeroso tu ejército, y sal”.

30 Y Zebul el príncipe de la ciudad llegó a oír las palabras de Gaal hijo de Ébed. Entonces se encendió su cólera.

31 De modo que envió mensajeros a Abimélec so excusa falsa, diciendo: “¡Mira! Gaal hijo de Ébed y sus hermanos han venido ahora a Siquem, y aquí están juntando en masa a la ciudad contra ti.

32 Y ahora levántate de noche, tú y la gente que está contigo, y ponte al acecho en el campo.

33 Y por la mañana tiene que suceder que, en cuanto brille el sol, debes levantarte temprano, y tienes que lanzarte con ímpetu contra la ciudad; y cuando él y la gente que está con él vengan saliendo contra ti, entonces tienes que hacerle tal como lo halle posible tu mano”.

34 Por consiguiente, Abimélec y toda la gente que estaba con él se levantaron de noche, y se pusieron al acecho contra Siquem en cuatro partidas.

35 Más tarde, Gaal hijo de Ébed salió y se quedó parado a la entrada de la puerta de la ciudad. Entonces Abimélec y la gente que estaba con él se levantaron del lugar de la emboscada.

36 Cuando Gaal alcanzó a ver a la gente, en seguida dijo a Zebul: “¡Mira! De las cimas de las montañas viene bajando gente”. Pero Zebul le dijo: “Las sombras de las montañas es lo que estás viendo como si fueran hombres”.

37 Más tarde Gaal volvió a hablar y dijo: “¡Mira! Del centro de la tierra viene bajando gente, y una partida está viniendo por el camino del árbol grande de Meonenim”.

38 En esto le dijo Zebul: “¿Dónde está ahora aquel dicho tuyo que profirió tu boca: ‘¿Quién es Abimélec para que nosotros le sirvamos?’. ¿No es esta la gente que rechazaste? Sal ahora, por favor, y pelea contra ellos”.

39 De modo que Gaal procedió a salir al frente de los terratenientes de Siquem y emprendió la pelea contra Abimélec.

40 Y Abimélec se puso a ir tras él, y él echó a huir delante de aquel; y los muertos siguieron cayendo en cantidades hasta la entrada de la puerta.

41 Y Abimélec continuó morando en Arumá, y Zebul procedió a expulsar a Gaal y a sus hermanos para que no moraran en Siquem.

42 Y al día siguiente aconteció que la gente empezó a salir al campo. De modo que se lo informaron a Abimélec.

43 Por lo tanto, él tomó a la gente y la dividió en tres partidas y se puso al acecho en el campo. Entonces miró, y allí estaba la gente saliendo de la ciudad. Ahora se levantó contra ellos y los derribó.

44 Y Abimélec y las partidas que estaban con él se lanzaron con ímpetu para plantarse a la entrada de la puerta de la ciudad, mientras dos partidas se lanzaban con ímpetu contra todos los que estaban en el campo, y se pusieron a derribarlos.

45 Y Abimélec peleó contra la ciudad todo aquel día y logró tomar la ciudad; y mató a la gente que había en ella, después de lo cual demolió la ciudad y la sembró de sal.

46 Cuando todos los terratenientes de la torre de Siquem oyeron esto, fueron inmediatamente a la bóveda de la casa de El-berit.

47 Entonces se informó a Abimélec que todos los terratenientes de la torre de Siquem se habían juntado.

48 Por lo cual Abimélec subió al monte Zalmón, él y toda la gente que estaba con él. Abimélec ahora tomó un hacha en la mano y cortó una rama de los árboles y la alzó y la puso sobre su hombro, y dijo a la gente que estaba con él: “Lo que me han visto hacer... ¡apresúrense, háganlo como yo!”.

49 Así que toda la gente también cortó cada cual una rama para sí, y fueron siguiendo a Abimélec. Entonces las pusieron contra la bóveda, y sobre ellas prendieron fuego a la bóveda, de modo que todos los hombres de la torre de Siquem murieron también, como mil hombres y mujeres.

50 Y Abimélec procedió a ir a Tebez y a acampar contra Tebez y tomarla.

51 Puesto que había una torre fuerte en medio de la ciudad, allí fue adonde todos los hombres y las mujeres y todos los terratenientes de la ciudad se fueron huyendo, después de lo cual la cerraron tras sí y se subieron al techo de la torre.

52 Y Abimélec logró llegar hasta la torre, y empezó a pelear contra ella, y se acercó a la entrada de la torre para quemarla con fuego.

53 Entonces cierta mujer arrojó una piedra superior de molino sobre la cabeza de Abimélec y le hizo pedazos el cráneo.

54 De modo que él llamó apresuradamente al servidor que llevaba sus armas y le dijo: “Saca tu espada y dame muerte, por temor de que digan de mí: ‘Fue una mujer quien lo mató’”. En seguida su servidor lo atravesó, de modo que murió.

55 Cuando los hombres de Israel llegaron a ver que Abimélec había muerto, entonces cada cual se fue a su lugar.

56 Así Dios hizo que viniera de vuelta el mal de Abimélec, hecho por este a su padre, al haber matado a sus setenta hermanos.

57 Y todo el mal de los hombres de Siquem Dios hizo que viniera de vuelta sobre sus propias cabezas, para que sobre ellos viniera el mal que invocó Jotán hijo de Jerubaal.