1 »Desciende, siéntate en el polvo, hija virginal de Babilonia;
2 Toma piedras de molino, y muele la harina; quítate el velo.
3 Tu desnudez quedará al descubierto; quedará expuesta tu vergüenza.
4 Nuestro Redentor es el Santo de Israel; su nombre es el Señor Todopoderoso.
5 «Siéntate en silencio, hija de los caldeos; entra en las tinieblas.
6 Yo estaba enojado con mi pueblo; por eso profané mi heredad.
7 Dijiste: “¡Por siempre seré la soberana!” Pero no consideraste esto,
8 »Ahora escucha esto, voluptuosa; tú, que moras confiada y te dices a ti misma:
9 De repente, en un solo día, ambas cosas te sorprenderán:
10 Tú has confiado en tu maldad, y has dicho: “Nadie me ve”.
11 Pero vendrá sobre ti una desgracia que no sabrás conjurar;
12 »Persiste, entonces, con tus encantamientos y con tus muchas hechicerías,
13 ¡Los muchos consejos te han fatigado! Que se presenten tus astrólogos,
14 ¡Míralos! Son como la paja, y el fuego los consumirá.
15 Eso son para ti los hechiceros con quienes te has ejercitado,